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CAZA | 06-03-2013 10:00

Las cámaras espía y la caza

Es un recurso que está ganando cada vez más adeptos en la actividad. Imágenes nocturnas que sorprenden. Galería de imágenes.
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Entre el cúmulo de fotos que me envían los amigos cazadores, una en particular me impresionó por su dramatismo y por haber desmitificado una creencia popular. Siempre se sostuvo que el puma no ataca al jabalí por su carácter agresivo, y que el felino obtenía su alimento más fácilmente, mediante la caza de animales sin capacidad ofensiva como ciervas, liebres, maras y vizcachas. Pues bien, en una fotografía que me envió Pablo Ruggeri, cazador de La Pampa, aparece elocuente la imagen sorprendente de un puma saltando sobre un jabalí. Ello despertó en mí la curiosidad y la necesidad de conocer detalles de este moderno artilugio, y por ello le pedí información que comparto con los lectores.

Casi dos décadas

La experiencia de Ruggeri se encuentra aquilatada por más de 18 años comercializando e instalando estas cámaras. La “cámara espía” es un dispositivo que integra una cámara fotográfica digital, sensores de movimiento, luz infrarroja, y otros recursos tecnológicos, todos ellos asociados para poder fotografiar o filmar en video a personas o animales cuando pasan por adelante de la cámara, que se activa con el movimiento.

Esta técnica –también llamada en Europa fototrampeo, captura fotográfica o caza fotográfica, está teniendo gran aceptación en todo el mundo en la investigación científica, la caza o la observación de animales en plena naturaleza. En la investigación científica se emplea para llevar a cabo censos de animales en peligro de extinción, y cuyos hábitos nocturnos impiden la comprobación diurna de su existencia.

Se instalan cámaras espías en los abrevaderos o sendas de tránsito habitual, y luego se identifica a los ejemplares en imágenes nítidas, en las que se percibe y distinguen rasgos específicos y propios de cada individuo, como ser manchas, pelaje, tamaño, etc. Los cotos de caza pueden reunir información de los planteles en cuanto a cantidad y calidad, sin interferir o perturbar la actividad natural de los mismos, con observaciones “in situ”, que ocasionan alertas y fugas precipitadas.

Están diseñadas para ser instaladas de modo furtivo y en plena naturaleza, y de esa manera permanecen a la espera de que algún ser vivo pase por delante, momento en el que la cámara espía se activa, fotografiandoa o filmando la escena. Por este motivo, utilizan baterías convencionales, y no necesitan conectarse al suministro eléctrico. Esto permite dejar colocadas las cámaras en plena selva, bosque, monte y otros lugares remotos, ya que pueden funcionar durante meses sin necesidad de reponer las baterías.

El campo de detección de la cámara depende del sensor de movimiento infrarrojo pasivo (P.I.R.: Pasive Infrared), que detecta cuerpos que desprenden calor y estén en movimiento. Cualquier animal que pase por la zona de detección activa la cámara y ésta toma una fotografía. También puede programarse para filmar un pequeño video de entre 5 y 60 segundos, según los diferentes modelos.

Una de las grandes ventajas de estas cámaras es que durante la noche siguen activas y pueden iluminar mediante un flash de luz infrarroja que genera imágenes en blanco y negro (fotos y video), pero de gran nitidez (en la actualidad, hasta 12 megapixeles las más avanzadas). Algunos modelos pueden incorporar sonidos en los videos, con lo que se obtienen escenas de gran realismo e interés científico y naturalista. Las imágenes son almacenadas en tarjetas de memoria “SD”, hasta de 64 Gb, que pueden leerse fácilmente en computadoras personales o simplemente examinarse en cualquier televisor hogareño.

Gran evolución

Las primeras cámaras desarrolladas en los Estados Unidos eran robustas, con poca capacidad de memoria y provistas de flashes comunes, los que al activarse obtenían unas fotos extraordinarias, pero los animales se espantaban por el impacto visual de un destello de luz intensa. Con el tiempo y el avance de la tecnología, se incorporaron “flashes LED”, los cuales producen un destello color rojo y con ello se redujo el trauma visual. En la actualidad las cámaras más avanzadas vienen provistas de flashes que emiten destellos negros o azules, optimizándose los resultados ya que resultan casi imperceptibles para los agudos sentidos de las especies salvajes.

Las más modernas cámaras espías hoy también vienen equipadas con un dispositivo telefónico, y siempre que haya señal en el lugar que se la ha colocado, permiten recibir en tiempo real en cualquier teléfono celular, aun a miles de kilómetros de donde se encuentra instalada, la foto del animal o persona que la cámara ha capturado.

La mayoría de estas cámaras son fabricadas por reconocidas marcas estadounidenses, alemanas y canadienses. Entre las mejores, se puede citar a: Reconyx, Spy Point, Bushnell, Stealth Cam, Leaf River, Primos, Cudde Back, Moultrie, Tasco, etc. Se colocan ocultas en los senderos, aguadas, cebaderos de comida o lugares habituales de los animales a fotografiar, y se recomienda hacerlo a una altura que supere los 1,5 m.

Como se mencionara anteriormente, las cámaras actuales con más alto desarrollo tecnológico filman en HD (alta definición) y proveen hasta 64.000 fotos de muy alta resolución, indicando la fecha, hora, temperatura (en grados centígrados y fahrenheit), fase lunar, etc. El precio en los Estados Unidos varía desde los U$S 150 y 600.

Cierto es que los puristas de la caza mayor no aceptan esta tecnología, aduciendo que su empleo constituye una ventaja adicional y antideportiva sobre la presa. Me permito disentir, pues su uso adecuado aporta una ayuda adicional a la conservación de las especies cinegéticas, en virtud de que mediante un censo u observación de la fauna que concurre a un cebadero o aguada se puede elegir al adecuado que es frecuentado por el padrillo, soslayando a aquellos visitados por ejemplares jóvenes o hembras, evitándose la tentación del disparo sobre animales que deben ser preservados.

Nota publicada en la edición 486 de Weekend, marzo de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Marcelo Ferro

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