La Asociación de Pescadores del Litoral (APDL), junto a otras organizaciones aportaron fundamentos técnicos que ayudaron a la decisión. Foto: Weekend
La Asociación de Pescadores del Litoral (APDL), junto a otras organizaciones aportaron fundamentos técnicos que ayudaron a la decisión. Foto: Weekend
Una medida histórica: Santa Fe suspende por un año las licencias de pesca comercial
La resolución marca un antes y un después en la gestión del recurso pesquero del Paraná, y abre un debate profundo sobre el futuro de la actividad en la región.
Por Daniel Console
Durante años, la voz de las organizaciones ambientalistas, los pescadores deportivos y las comunidades ribereñas resonó con una consigna clara: el Paraná no se toca. Esa frase, que nació como un grito de resistencia frente al avance del negocio exportador, ahora parece haber encontrado un primer eco institucional. El Gobierno de Santa Fe, a través del Decreto 332/25 del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, dispuso la suspensión por un año de las licencias de acopio, comercialización y transporte de pescado con destino a la exportación. Sólo quedarán exceptuados aquellos ejemplares que provengan de sistemas de acuicultura, debidamente acreditados.
La medida fue celebrada como un triunfo parcial pero contundente por quienes llevan más de una década denunciando el saqueo del río y la falta de control estatal. No se trató de un gesto espontáneo ni de una decisión aislada: fue el resultado de años de reclamos, presentaciones judiciales y movilizaciones que buscaban frenar un modelo extractivo que convirtió al Paraná en una fuente de recursos inagotable… hasta que los números mostraron lo contrario.
La justicia, motor del cambio
El punto de inflexión llegó con un fallo judicial. La Cámara de Apelaciones de Rosario, en el marco de una causa impulsada por la organización El Paraná No Se Toca y acompañada por múltiples asociaciones ambientales, ordenó al Ejecutivo provincial tomar medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del recurso. El tribunal, en su dictamen, subrayó la necesidad de aplicar el principio precautorio frente al evidente deterioro del ecosistema y las poblaciones de peces.
Esa resolución judicial marcó el camino. La política, presionada por la justicia y por una ciudadanía cada vez más activa, finalmente actuó. Desde el Ministerio de Ambiente reconocen que la decisión busca poner un freno necesario para permitir la recuperación del recurso íctico y revisar el esquema de licencias vigente. En los hechos, representa un golpe directo al circuito exportador, que durante años operó con escasos controles y un flujo constante de toneladas de pescado hacia el exterior.
Un río exhausto
La cuenca del Paraná atraviesa desde hace más de un lustro una crisis ambiental profunda. A las prolongadas bajantes se suman la pérdida de hábitats, la contaminación y la presión de la pesca indiscriminada.
El desafío es grande, pero la oportunidad también. Santa Fe tiene la posibilidad de liderar un proceso de transición hacia una pesca responsable, que priorice el valor ecológico y social del recurso por sobre la ganancia inmediata. Porque si algo muestra esto es que cuando hay organización, argumentos y compromiso, se puede torcer el rumbo.
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