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PESCA | 20-05-2018 07:57

Fiesta Nacional de la Trucha: Más de 1.000 casts en Piedrabuena

Las arcoiris volvieron a mostrarse esquivas pero terminaron cediendo en la competencia nacional que se hizo en Santa Cruz durante tres jornadas.
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Este año, la Fiesta Nacional de la Trucha, en su edición 33, quedó a cargo de la provincia de Santa Cruz, superponiéndose con la ya clásica Fiesta de la Steelhead y fusionándose en un solo evento.

El Santa Cruz es el único río del planeta con una población autosostenible de truchas arcoiris anádromas o steelheads en el océano Atlántico del hemisferio Sur. De allí que, en la jerga mosquera internacional, muchos las conozcan como atlantic steelheads.

La anadromía o migración marina trae como resultado una mayor tasa de crecimiento respecto de las truchas arcoiris residentes de agua dulce, fenómeno generado por una mayor oferta alimenticia. Una trucha arcoiris residente del Santa Cruz, un río glaciario turbio, frío y poco productivo, en promedio vive hasta 5 años, período en que alcanza los 40 cm de longitud y 800 g de peso. Por el contrario, en un tiempo similar las steelheads pueden alcanzar pesos cercanos a 6 kg y una máxima de 11 o 12 en 10 años.

Lamentablemente, este pez se encuentra seriamente amenazado por las represas proyectadas para el río Santa Cruz, que cortarían sus rutas migratorias, inundarían las principales camas de desove y alterarían el ciclo hidrológico del río.

Por adrenalina y una técnica muy demandante, la steelhead es un pez altamente deportivo. Pescar steelheads santacruceños es uno de los mayores desafíos de la pesca con mosca en la Argentina. Interminables horas de pesca ruda, vadeando profundo en aguas heladas, peleándole al viento con equipos pesados, exigiendo el físico (y el alma) al límite en cada tiro para presentar la mosca de manera adecuada. Quinientos, ochocientos, hasta mil cast diarios, para lograr con suerte un pique. Todo lo que supere este pronóstico resulta un plus maravilloso. En los Estados Unidos, la steelhead se conoce como el “pez de los mil casts” una ironía en relación a la cantidad de lances necesarios para lograr el primer pique.

Sólo uno de cada dos o tres piques termina en una captura concreta. Es por ello que muchos pescadores, aún los más experimentados, tras morder el polvo perjuran no volver nunca más. Así como hay otros, que bendecidos o no, regresan año tras año embrujados por el indómito sueño de estas “reinas de plata”.

Al momento de mi visita al Santa Cruz, el río se encontraba en condiciones muy adversas: altísimo (cerca de los 1.800/2.000 m3/seg), en el que la mosca se perdía a los 15 cm de la superficie. Expertos como Hugo Maldonado y Miguel Ángel Garrido me explicaron que ya venía naturalmente alto y se sumó un rompimiento extremo del glaciar Perito Moreno en 18 m que terminó con la anomalía de El Calafate inundado. Aunque los runs de este año no parecen ser demasiado masivos, hay peces muy grandes en tránsito.

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Turbidez del agua

Respecto de este tema, identifico dos componentes distintos. Por un lado, los coloides glaciarios y, por otro, la greda arcillosa. No vi demasiado coloide, que se evidencia en aguas turquesas o azulinas: los charcos adyacentes se veían muy transparentes. Lo más complicado era la greda arcillosa, que da un color más grisáceo o marrón, producto de un río que sale de caja y arrastra todo el polvo fino de la orilla y los cañadones.

En los pesqueros clásicos, y a los que conozco bien después de muchos viajes, como Puente Viejo, la Mata Quemada, la Corredera o el Pozón de Garricha, la mosca pasaba bien. Creo que mis streamers nadaron cerca de muchos peces. El tema era que navegaban en líneas de agua a las que no llegaba la luz y todo quedaba reducido a la perinola de rozarle el hocico a una steelhead a sólo 5 cm. Con un agua de 50 cm de transparencia, con un Secchi de más de un metro, los resultados hubieran sido completamente diferentes.

A los días de la fiesta agregué dos jornadas completas junto a Hugo y Miguel. Para conectar la ansiada steelhead pero no hubo caso, igualmente con estos amigos la pasamos maravillosamente bien. Así son las cosas con esta indómita especie. Algo inexplicable debe tener este torrente glaciario, magia pura que me toca profundo en el corazón, pues ya planifiqué el regreso. Como dijo Mc Arthur: “¡Volveremos!”.

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Nota completa en Revista Weekend del mes de Mayo 2018 (edicion 548)

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Diego Flores

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