Tuesday 19 de March de 2024
REPORTAJE | 18-05-2018 08:30

Sue Aikens: “Para adaptarse hay que conocerse”

Mano a mano con una de las protagonistas del reality “Sobrevivir bajo cero” (History Channel). Una mujer solitaria, que vive bajo sus propias reglas entre osos salvajes y el frío de Alaska.
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En el condado de Anchorage, Alaska, en el medio de un paraje inhóspito, se encuentra Kavik River Camp, un campamento que está a más de 800 km de la ciudad más cercana y a 130 de alguna ruta o camino. Su dueña es Sue Aikens, una mujer de 55 años que, durante la temporada de caza mayor, da hospedaje y alimento a los cazadores pero, durante los meses de octubre a mayo está completamente sola, librada a su suerte, mientras día a día enfrenta fríos extremos y la constante amenaza de los animales salvajes, entre ellos, los peligrosos osos grizzly.

Ella es una de las protagonistas de “Sobrevivir bajo cero”, la serie de History Channel que expone cómo es vivir entre la naturaleza, en el invierno más crudo y carente de cualquier ayuda de la civilización. Sue debe hacer todo por ella misma, incluso salir a cazar su propio alimento pero los obstáculos no la desmotivan porque los ve como desafíos a superar. Una mujer solitaria y fuerte que, según sus propias palabras, nunca se aburre de lo que el mundo tiene para ofrecerle.

Weekend: Usted vive en condiciones muy adversas, temperaturas bajo cero y acechada por peligrosos depredadores, ¿qué es lo que le atrae de su forma de vida?

Sue Aikens: Cuando era muy pequeña, a mediados de los ‘60, en Estados Unidos si alguien le preguntaba a una niña qué quería ser de grande, la mayoría decía madre o esposa. Mi respuesta era farera. Siempre me gustó el aislamiento y la soledad, lo llevo muy bien, y vivir en el campamento es un reflejo de eso. Es un lugar donde tengo que hacer todo yo sola, cualquier problema que surge lo tengo que resolver por mi cuenta. Soy una persona que disfruta de los desafíos; mientras más difícil parezca, más interesada estoy en descubrir cómo salir adelante. Aquí enfrento muchos retos a diario y eso es lo que me hace sentir viva. Cuando adquirí el campamento, estaba en tal estado de abandono que me largué a llorar y pensé: “en qué me metí”. Después me di cuenta de que tenía mucho trabajo por delante pero, si me esforzaba lo suficiente, podía recuperar este lugar. Y así fue como empezó. Al principio no estaba segura pero ese abrumador desafío fue lo que me motivó a quedarme y lograr mi objetivo.

W.: Prácticamente vive rodeada de osos. ¿Ha vivido alguna situación de peligro?

S.A.: Alrededor del campamento hay 83 osos. Parezco un poco paranoica con respecto a ellos, pero la verdad es que soy muy consciente del peligro que implican. Hace un par de años fui atacada por un oso grizzly, un macho que quiso tomar mi territorio. Yo marco mi tierra de la misma forma que lo hace un animal, no vivo rodeada de otras personas sino de depredadores salvajes, por lo que necesito limitar mi espacio de una forma que ellos lo entiendan; pero este oso en particular lo tomó como un prueba.

Estaba juntando agua del río cuando me atacó. Durante el forcejeo me lastimó un brazo y la cabeza, prácticamente sentí sus dientes contra mi cráneo. En su lenguaje, él me dijo que abandonara la propiedad, que ahora era suya. No recuerdo bien cómo hice para escapar pero volví al campamento y tomé mi arma. Sabía que si no lo mataba, él iba a volver para terminar conmigo. Limpié y vendé mis heridas, mandé un mensaje por radio avisando que había sido atacada por un grizzly y salí a buscarlo. Volví al río y lo encontré en la orilla de enfrente: lo maté de un disparo. Regresé al campamento como pude y me encontraron diez días más tarde. Tuve varias cirugías pero, una vez que regresé a Kavik River, mi preocupación pasó a ser cuándo me volverían a atacar. Soy consciente de que no todos los osos me ven como su almuerzo, pero no puedo saber lo qué piensan. Siempre tengo que estar atenta.

W.: ¿Qué es lo más importante que hay que tener en mente para sobrevivir en esas circunstancias?

S.A.: Lo más importante es ser brutalmente honesto con uno mismo sobre quién sos, cuáles son tus fortalezas y debilidades. Para adaptarse hay que conocerse a uno mismo. Tal vez por el ataque, ahora siento un poco de miedo cuando salgo a buscar agua, y eso lo tengo que reflejar en cómo actúo. Tu vida y tu cuerpo cambian con el tiempo, cuando deben hacerlo, y uno necesita acomodarse a esos cambios. Eso no significa que uno tenga que lamentarse y abandonar. Como yo siempre digo: tengo 55 años, soy gorda y estoy fabulosa. Es algo bueno y, además, honesto.

W.: ¿Cuál es la lección fundamental que aprendió tras vivir tantos años en Kavik River Camp?

S.A.: Es una pregunta muy difícil de responder pero, si tuviera que definir qué es lo más importante que aprendí, diría que está bien que la gente no me entienda, siempre y cuando no perjudique el ambiente al que pertenezco, además de disfrutar de lo que hago. Siempre digo: dejalo mejor de lo que lo encontraste. Cuando llegué al campamento estaba hecho un desastre. Pero después de 27 años y medio he sacado miles de toneladas de basura, ¿fue difícil? Sí. ¿Fue caro? Sin dudas. Pero cada mañana me levanto, me miro en el espejo y me gusta lo que veo. Eso es una bendición.

W.: Estamos viviendo una época de empoderamiento de la mujer, ¿qué reflexión le genera desde su experiencia?

S.A.: En el programa hay varias mujeres que ocupan una posición de fuerza. Siempre digo que el dolor es dolor y que no hay que pensar en ello. Por ejemplo: mi hombro todavía duele pero aún funciona, sólo tengo que moverlo de forma diferente. Es decir, no hay que dejar que el dolor te detenga. Si sos madre, seguramente pasaste por un momento de gran dolor pero eso no te detuvo. Te sobrepusiste y le diste algo hermoso a tu vida. Y eso es algo muy importante para las mujeres: qué necesitan hacer para el bien de su vida, su familia y su éxito personal. Cuando una mujer quiere salir del molde y tomar las riendas, debe asumir el dolor que genera el cambio, debe atravesar ese dolor para darle vida a su sueño. La pasión es fundamental, es la llama que enciende la vida. Cuando la pasión florece en uno, se obtiene una flor hermosa.

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Nota completa en Revista Weekend del mes Mayo 2018 (edicion 548)

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Juan José Lanusse

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