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PESCA | 14-04-2018 08:26

Líneas y equipos: Claves para tener éxito

La temporada de pejerrey llega con capturas abundantes y de gran tamaño. Qué pequeños detalles debemos tener en cuenta para no fallar.
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La clásica pesca a la espera con boyas para capturar pejerreyes parece, a simple vista, no ofrecer muchas novedades en el inicio de una nueva temporada. Sin embargo, como me dicen varios muchachos aficionados del Club de Pescadores Olivos, “siempre hay algo nuevo para comentar, para que la gente conozca”. Entonces, recurrimos algunas de sus enseñanzas para quienes quieren equiparse bien para la época más fresca y fría de 2018.

En esta nota sólo nos referiremos a la forma más popular de pescar pejerreyes en la Pampa Húmeda, es decir, con línea de flote y tres brazoladas (hasta cinco son permitidas en los ríos de la cuenca del Plata). No ignoramos que existen otras modalidades, como la pesca con paternóster, balancín o a fondo, pero es material para otra nota.

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Para la pesca clásica se utilizan cañas telescópicas o enchufables, de varios tramos. Y no da lo mismo cualquier caña. Construir una larga es todo un arte, porque hay que agregar más cantidad de grafito, el material más noble para su confección, sin que ello implique un exceso de peso para un instrumento que el pescador tendrá todo el día en la mano. Además, las cañas que sobrepasan los cuatro metros, por decir una medida bien larga, tienen tanta extensión que es fácil, si no están bien diseñadas y construidas, que pesen mucho de punta y tiendan a caer hacia adelante, transformándose en demasiado babosas y, por tanto, poco útiles para lanzar, cañar y pescar en general.

Como conclusión, una buena caña debe ser muy equilibrada y estar armada con paredes sólidas pero no pesadas, lo que exige un grafito de gran calidad. Por lo tanto, son más caras y pierde validez lo que hemos oído a ciertos clientes en algunas casas de pesca: “¿Para sacar este pescadito me quieren cobrar tanto?”.

Longitud ideal

El largo de una caña surge del largo del aparejo. Hay que calcular que, con el reel levantado en su mano hábil, el aficionado debe poder extender la otra para tomar el pejerrey clavado en el anzuelo distal. Esta línea funciona mejor cuanto mayor separación haya entre las boyas. “No es exagerado tener más de dos metros entre una y otra; por ende, me gustan las cañas de 4,50 metros, así todavía me sobran centímetros para dejar entre boya y pilotín, y boya y boyón impulsor”, me comenta uno de los chicos mientras prolijamente extiende su línea sobre una mesa.

Esta distancia entre boyas permite usar brazoladas más largas sin que se enreden y, algo fundamental que también me advierte: “Cuando tenés olas, algo muy beneficioso para mejorar el pique si la distancia entre las boyas es corta, ambas se apoyan sobre la cresta, se tensa la línea y queda fuera del agua, al igual que las carnadas. En cambio, si la diferencia entre boya y boya es considerable, entonces una se monta sobre la ola mientras las otras descansan y trabajan en el seno o valle”.

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Me llama la atención, también, que están acomodando para la próxima salida cañas sin portarreel. “No es un capricho”, me aclaran. Se lo sacan o compran la caña sin este elemento para colocar el reel unos centímetros más abajo, más cerca del regatón. ¿Para qué? Para apoyar el extremo de la caña en el costado del pecho, tener más palanca para cañar y poner la mano menos hábil unos centímetros por arriba, para favorecer esta última maniobra. En este tipo de cañas, las patas del reel se atan con bandas elásticas anchas a presión.

Customización

También percibo que una caña no tiene el primer pasahílos, el de mayor diámetro. “Se lo eliminamos porque, para corregir la deriva de la línea, suelo pegar un tirón con mi mano izquierda, yo que soy derecho, como si estuviera strippeando con la caña de mosca. Si el primer pasahílos está muy cerca del reel, tengo poco ángulo y puedo agarrar poca línea para esta operación”.

Para pescar pejerrey, afirman los muchachos, no tiene sentido usar reel rotativo ya que, muchas veces, hay que sacar la línea con la mano para que se aleje el aparejo. En cambio, en el reel frontal, con sólo abrir el pick-up, fluye sin oposición. Eso sí, me enfatizan: “Debemos pescar con nailon, pues el multifilamento absorbe agua y se entierra o se pega mucho más que el nailon en el agua; entonces para ponerlo en tensión para una clavada, lleva mucho más tiempo arrancarlo y podés perder el pique”.

Claro que hay nailons que flotan más que otros y en eso son especialistas en la elección: pescan con un diámetro que va entre 0,23 y 0,25 milímetros y, siempre, bien untado con flotalíneas. Hoy día, me confiesan, “hay nailons excelentes, que no se enrulan y se estiran lo justo para que la carnada quede a la profundidad que elegimos colocarla”. ¿Cuál? “Por teléfono o no bien llegamos le preguntamos al botero a qué hondura se está dando ahora el pique. Si no tenemos este dato, lo tanteamos y ponemos en una caña, por ejemplo, a 10, 20 y 30 centímetros; en la otra, a 40, 50 y 60. Cuando vemos dónde se dan más regularmente los piques, unificamos el largo”. Eso sí, el nailon de las brazoladas es transparente para que ningún pez se asuste con agua clara mientras que el del reel y la madre, flúo, para verlo bien y que ninguna panza traicione la clavada, ya que siempre se pesca con el pick-up abierto para no ofrecer resistencia a este pez que succiona el cebo.

Cuestión de gustos

La mejor carnada es la mojarra encarnada de cola a cabeza. Aunque algunos prefieren encarnar varias sólo en la cola, con una pasada, la mayor parte de los buenos pescadores de pejerrey afirman que “el pez grande va a la mojarra grande y no al pulpito o collar de mojarrines”. Sin embargo, va a gusto y, en ciertos lugares, otras carnadas dan los más gordos, como la morenita chica en el bajo río Uruguay.

Así como la carnada va a gusto del pescador, también las boyas que, principalmente, deben guardar una regla: que se vean bien. Hay consenso en que, anclados, las ping pong son las que dan más piques, ya que flotan mejor y se mueven más naturalmente. Sin embargo, para los iniciados cuesta más ver el pique y las bicolores, tipo palito o romboidales, suelen serles más propicias.

Nota completa en Revista Weekend del mes Abril 2018 (Edición 547)

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Néstor Saavedra

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