Tuesday 23 de April de 2024
TURISMO | 15-02-2018 12:59

En barco a la isla de las muñecas mutiladas

Xochimilco, México, un oasis de canales e islas artificiales donde los fines de semana una fiesta popular muy particular. Galería de imágenes.
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Quien quiera ver cómo pasan el fin de semana los habitantes de la Ciudad de México debe viajar a Xochimilco. En este oasis de canales e islas artificiales se monta los fines de semana una fiesta popular. Cuando los clubes en la Ciudad de México cierran a las tres de la mañana, los fiesteros incansables se dirigen por la autopista urbana

a Xochimilco, donde llaman en el embarcadero al guardia nocturno, que

buscará a un capitán. Y ya puede continuar la fiesta en el barco.

Son las nueve de la mañana y los fiesteros no se ven por ningún lado.

En el puerto se balancean sobre el agua largas hileras de trajineras.

Hoy, entre 1.500 y 1.600 trajineras se desplazan lentamente, como

góndolas, por los canales de Xochimilco. En la popa de una de ellas

está parado César Serrano. Con una pértiga de seis metros de largo

propulsa la embarcación.

Xochimilco significa en náhuatl, la lengua de los aztecas, “campo de

flores”. Todavía hoy es un nombre apropiado, aunque hace tiempo que

la Ciudad de México engullió los canales y jardines flotantes,

declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, al igual que el

centro colonial de la capital mexicana y los templos aztecas.

Los canales son los pobres restos de los cinco lagos que en el pasado

formaban juntos un mar interior. Detrás de una esclusa, el paisaje se

vuelve cada vez más rural. Sobre la superficie se extienden alfombras

de jacintos de agua. “Una plaga”, dice Serrano. En el agua flotan

botellas de plástico y en la orilla hay basura. Sin embargo, tomando

en cuenta que la Ciudad de México tiene 23 millones de habitantes,

Xochimilco todavía es un oasis.

En el siglo pasado aún se podía viajar en barco de vapor de

Xochimilco al centro de la ciudad. Sin embargo, de los 1.000

kilómetros de canales que había antes solo han quedado 188

kilómetros. Estos canales tienen una profundidad de solo pocos metros

y el nivel del agua no deja de bajar. Por esto, la  Unesco ha

advertido de que este Patrimonio de la Humanidad está “muy

amenazado”. Para que los canales no sigan desecándose, están siendo

dragados periódicamente.

Después de poco menos de una hora, Serrano gira la embarcación para

entrar en el canal más grande, Apatlaco. La góndola se desliza por

una avenida cubierta por ahuejotes. Un idilio pacífico, hasta que

llegamos a una islita cercada por una estacada. Muñecas desgastadas

cuelgan de la puerta y de las ramas, algunas de ellas están mutiladas

o tienen los miembros torcidos. “Esta es la Isla de las Muñecas”,

dice Serrano.

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La isla pertenecía a un tipo raro, Don Julián Santana, quien

cultivaba aquí verduras, pescaba y cazaba animales. Solo abandonaba

la isla una o dos veces al año. Algún día, en la década de los 50,

una trajinera con 20 niñas a bordo zozobró y dos de ellas murieron

ahogadas. Una semana después apareció un cadáver en la chinampa

(huerto flotante) de Don Julián. Desde aquel día, Don Julián encontró

muñecas arrojadas a su isla. Se sentía observado, sobre todo por la

noche, por el espíritu de la niña muerta.

Don Julián decidió colgar las muñecas en los árboles. El espíritu

desapareció y a la isla llegaban cada vez más visitantes, que

llevaban consigo sus propias muñecas, que Don Julián colgaba junto a

las otras. Cuando murió en 2001, su sobrino Anastasio Santana

continuó la tradición. Durante el viaje de regreso nos encontramos con lanchas motoras. Una familia grande está haciendo una barbacoa en una trajinera. En otra

toca una banda de mariachis vestidos con sacos blancos. Es domingo y

el tiempo para hacer una excursión es excelente.

Pronto, un desfile interminable de trajineras se desplaza por los

canales. Entre los grandes barcos se meten pequeñas embarcaciones que

venden tacos, elotes y cerveza. La cerveza se toma aquí en vasos de

cartón de un litro, con salsa de chile y limón en los bordes. Una y

otra vez hay colisiones frontales entre trajineras, pero nadie se

exalta.

Información básica: Xochimilco

Cómo llegar: Tomar el metro desde el centro de la Ciudad de México

hasta la terminal Taxqueña. Desde allí ir en tren ligero hasta la

parada Xochimilco.  Excursión en barco: Una trajinera tiene capacidad para hasta 20

personas y se puede alquilar por 350 pesos (unos 15,50 euros o 18,20

dólares) por hora, incluido el capitán. Los sábados y los domingos

circulan microbuses (peseras) entre los embarcaderos San Francisco y

Nativitas.

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Andy Meek

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