En Gangi, una casa cuesta casi lo mismo que un
café expresso. Egidia de Benedictis no daba crédito cuando leyó la
noticia. “¿Cómo puede ser posible? ¡Tenemos que verlo!”, le dijo a su
esposo. La pareja, que vivía en Bélgica, viajó a la pequeña localidad
siciliana, situada entre Catania y Palermo, donde comprobó que no era
mentira: se venden casas por un euro.
En Gangi no existe ese ambiente de bullicio y ajetreo que caracteriza
a la ciudad de Palermo, situada a una distancia de dos horas en
coche. La localidad se construyó sobre un peñasco y tiene actualmente
una población de unas 6.700 personas. En el casco viejo, el tiempo
parece haberse detenido en la Edad Media. Entre muros de piedra y
numerosas iglesias uno puede caminar por los estrechos callejones
empinados sin encontrarse con mucha gente.
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En la parte alta del Monte Marone se encuentra un castillo,
construido en el siglo XIV. La localidad cuenta con otros edificios
de interés turístico, como los palacios Sgadari y Bongiorno,
residencias de dos nobles notables, la Abadía del Gangivecchio, que
data del año 1366, y la Iglesia San Giuseppe dei Ricchi, de estilo
romanesco.
El pueblo tiene un aspecto pintoresco, con senderos en los
alrededores y una imponente vista del volcán Etna. Sin embargo, nadie
puede vivir solo de una bonita vista panorámica. Por eso, muchos
habitantes han abandonado el pueblo para mudarse a las grandes
ciudades o para emigrar.
El alcalde de Gangi, Francesco Paolo Migliazzo, está orgulloso de la
idea de reanimar el pueblo, como si fuese suya. El trato es este:
quien compre por un euro una casa en Gangi se compromete a restaurar
el edificio en un plazo no mayor de tres años y tiene que depositar
una fianza de 5.000 euros (unos 5.800 dólares).
El objetivo es “revalorizar el centro histórico, repoblar el
municipio y apoyar a los artesanos locales”, explica Migliazzo.
Alrededor de 100 casas fueron vendidas por un euro en los últimos
años, después de que el antecesor de Migliazzo, Giuseppe Ferrarello,
lanzara la iniciativa, que ha sido imitada en municipios de la
Toscana y en Lacio.
Alessandro Cilibrasi se encarga, junto con su socio Santo Bevacqua,
de vender las casas de piedra ruinosas, descuidadas y abandonadas.
Los edificios aún pertenecen a sus legítimos propietarios, que han
manifestado ante el ayuntamiento su disposición a venderlas por un
euro. La página web del municipio permite hacerse una primera imagen
de la treintena de casas que están en venta. Uno también puede
subirse directamente al viejo Fiat de Cilibrasi, que se desplaza a
demasiada velocidad por las estrechas calles.
”En las casas que se venden por un euro todo se encontraba en un
estado ruinoso. Había demasiado que hacer”, dice De Benedictis, de 69
años. Sin embargo, Cilibrasi enseñó a la pareja otra casa. Esta
también tenía que ser renovada pero se encontraba en un estado muy
bueno, asegura De Benedictis. Los jubilados de Bélgica dicidieron en
2014 comprarla e invirtieron en la renovación unos 75.000 euros (casi
90.000 dólares).
Es dudoso que con la llegada de algunos extranjeros amantes de Italia
se pueda frenar realmente el descenso de la población de Gangi. Sin
embargo, la publicidad está en marcha y también en otros lugares el
problema que supone el éxodo del campo a la ciudad ha fomentado la
creatividad en los ayuntamientos de Italia.
En Castel del Giudice, cuyo número de habitantes ha caído de 1.500 a
340 desde la década de los 60, algunos establos abandonados fueron
convertidos en un hotel con restaurante gourmet. Y en la isla
mediterránea de Ventotene, el alcalde ha iniciado una campaña para
atraer a hijos de inmigrantes para evitar el cierre de la escuela.
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