El buque Alucia, clave para descubrir los secretos escondidos de Zealandia, el nuevo continente sumergido entre Australia y Antártica, parece fruto de la imaginación de Julio Verne. Merced a la tecnología que equipa al navío, la expedición que forman científicos y periodistas a bordo, ha conseguido encontrar nuevas especies o filmar otras en situaciones nunca vistas por el ojo humano.
El barco, que incluso facilitó el hallazgo del fuselaje del avión de Air France desplomado en el océano Atlántico mientras volaba de Brasil a Francia en 2009, accidente en el que perdieron la vida 228 personas, tiene dos unidades submarinas que le permiten a dos o tres personas sumergirse hasta 1.000 m y analizar las profundidades separados por un vidrio.
Construido originalmente en 1974 para realizar expediciones científicas para el gobierno de Francia, el Alucia fue reformado en 2009 para unir sus objetivos audiovisuales, de ciencia y recreación. Tiene 58 m de eslora, 10 de manga y una autonomía para trabajar durante más de 20 días. Más sorprendentes que sus cifras son sus equipos dotados con lo último en técnicas de buceo, producción e investigación, que incluyen robots capacitados para tomar muestras de incalculable valor.
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