Friday 19 de April de 2024
PESCA | 20-11-2017 09:44

Caprichos de primavera

Lisas en una época poco frecuente y como anticipo de lo que será la temporada estival. Técnicas, estrategias, carnadas, equipos y aparejos para dar con esta especie tan enigmática como atractiva. Galería de imágenes.
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Si hay algo impredecible, que no brinda ningún tipo de seguridad, que puede ser altamente gratificante cuando se da, es la pesca de lisas. Una especie incierta, con más interrogantes y secretos que certezas, incluso para sus más acérrimos cultores. Los autodenominados liseros son una raza aparte de pescadores. La siguen, la persiguen, estudian sus movimientos, intercambian datos, se obsesionan con la especie y son capaces de cualquier cosa por estar caña en mano con la vista fija en una boya si la lisa está presente en algún pesquero.

Nómades

Antojadiza y caprichosa, esta especie viene del agua salada del mar e ingresa en cardúmenes al agua dulce, propiedad que se denomina eurihalina, es decir que se adapta a aguas cuya salinidad sea muy diferente. Ingresa por la cuenca del Río de la Plata, remontando ríos, arroyos y canales, aquerenciándose en lagunas, espejos de agua semipermanentes y desbordes, activándose cuando el agua toma mayor temperatura.

Por eso lo más lógico y razonable es esperar que los días calienten y el verano se haga sentir para vivir las mejores jornadas con la especie. Por ese motivo, cuando Hugo Di Marco –lisero de ley– me avisó que estaban presentes y activas en la zona del puente Solanas Agüero del arroyo Camarón, resolvimos ir a su encuentro. Al fin y al cabo se trata de lisas, con ellas todo puede ser factible.

Con Daniel Papalardo y Aníbal Montes armamos rápidamente equipo y partimos al encuentro de Hugo y sus lisas. Por la Autovía 2 hay que llegar hasta Lezama y luego doblar a la derecha por la Ruta 57 hasta la entrada a Pila, allí tomar a la izquierda algo más de 2 kilómetros hasta la Ruta 41, después girar nuevamente a la izquierda casi 2 kilómetros y ahí tomar un camino de tierra a la derecha que luego de recorrerlo por 7 kilómetros llega al puente del arroyo Camarón. La jornada que se presentaba originalmente propicia tuvo un brusco cambio meteorológico, y si bien a primera hora percibimos los característicos bulos y movimientos de agua de las lisas, misteriosamente fueron desapareciendo del sector y sólo logramos capturar algunos pejerreyes y bagres. El día nublado, frío, y el agua arrastrando mucho pasto y resaca en suspensión pareció incomodarlas. Y el brillo tan codiciado de sus escamas plateadas, esta vez brilló por su ausencia. “Un mal día de pesca es siempre preferible a un buen día de trabajo” reza el refrán y esta no fue la excepción. Encuentro de amigos, charlas, bromas, algunos piques y una bondiolita al disco compensan y siempre gratifican.

La idea de tomar revancha con las lisas –que días anteriores venían saliendo, insistió Hugo– nos impulsó a regresar a la jornada siguiente con un bote, que si los satélites meteorológicos no nos traicionaban sería un día con condiciones más propicias.

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Equipos utilizados

Así fue como incorporamos a Diego y Bauti de Salas al equipo y regresamos con un gomón para extender la zona de prospección en caso de que los pesqueros más cercanos al puente no rindieran o hubiera más aficionados actuando. Es sabido que la sensibilidad de las lisas ante pasos cerca de la orilla, voces, gritos y movimiento excesivo en un lugar irremediablemente las espanta.

En cuanto a equipos, empleamos cañas de 4 a 4,20 m de acción de punta algo más firme que para pejerrey, reeles frontales cargados con multifilamento del 0,14 al 0,18 y líneas tipo chiripá con una boya zanahoria al final, terminadas con una plomada de 40 a 60 gramos. También se puede usar un aparejo convencional de flote con plomada al final para los sectores de poca profundidad y hasta una línea aérea para sondear lugares de más hondura. Las brazoladas que mejor rindieron en nuestro caso fueron las cortas de no más de 10 cm, en zonas poco profundas de desbordes donde se movían las lisas. Y la carnada de lombriz o de californiana fue la más efectiva. Cuando avance la temporada, caliente más el agua y proliferen los dentudos, habrá que matizar lombriz con panza de lisa coloreada, que resiste mejor el embate de los descarnadores.

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Segunda jornada

La mañana fue bastante serena y a medida que el sol calentaba se empezaban a detectar más bulos y saltos. Nada que ver con el día anterior. Así fuimos observando y eligiendo lugares, moviéndonos en forma cautelosa y lanzando para que los aparejos cayeran pasando unos metros el lugar

a pescar, para luego –recuperando muy despacio– posicionar la línea bien desplegada y alineada, para no alterar el lugar a prospectar. Casi toda la pesca la hicimos vadeando, y por la época del año y lo fresco del agua el wader se volvió un elemento realmente imprescindible.

Nota completa publicada en revista Weekend 542, noviembre 2017.

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Alejandro Inzaurraga

Alejandro Inzaurraga

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