Friday 19 de April de 2024
PESCA | 01-10-2017 09:00

Súper acción en el Paraná

San Nicolás, al norte de Buenos Aires, sigue brindando excelentes capturas de dorados de buen porte y muy batalladores. El desafío en esta salida fue capturarlos solamente con señuelos, y los resultados, óptimos. Galería de imágenes.
Ver galería de imágenes

Las queríamos todas, buscábamos un pesquero de dorados cercano a Capital Federal con muchos piques y que se pudiera realizar la pesca solo con artificiales. Casi leyéndome la mente recibí un llamado del guía Matías Jalil para invitarme a San Nicolás y cumplir con todos esos requisitos. La ciudad se encuentra aproximadamente a solo 250 kilómetros de C.A.B.A. y podemos llegar por autopista a Rosario, realmente un lujo el viaje. Convengamos que este pesquero rinde todo el año con altos y bajos, pero que siempre podemos tener chances de realizar muy buenas pescas y no solo de dorados: también se pueden citar taruchas, cachorros de surubí y bogas, todo en el mismo ámbito y con grandes posibilidades de tener éxito. Cuando surgen estas pescas repentinas los pescadores suelen olvidarse de cosas importantes que no se podrán solucionar en el mismo día, por eso recalcamos que siempre hay que repasar varias veces todo lo que tenemos y lo que debemos llevar.

[gallery ids="51095,51091,51097,51085,51089,51093,51087,51099,51109,51101,51111,51103,51105,51107"]

Los equipos

La idea era pescar específicamente dorados y para este tipo de pesca debemos llevar equipos de spinning con cañas hasta 2,10 m de largo y potencia hasta 20 lb (1 libra = 0,453592 kilo) y reeles frontales medianos con multifilamento de 30 o 40 lb. Para los amantes del baitcasting recomendamos emplear cañas hasta 2 m de largo, misma potencia que las anteriores y reeles de bajo perfil con buen registro de frenos, cargados con hilo multifilamento de 40 lb. En esta ocasión debemos prestar atención a los consejos de Matías, que siempre aconseja llevar cañas cortas y los reeles cargados con hilo más grueso, debido a distintas estructuras que se presentan en la zona y que pueden producir un continuo desgaste hasta provocar cortes o roturas. Y en cuanto a los señuelos, no olvidar ninguno, todos son útiles.

Pintaba un día soberbio y las primeras luces rojas del sol asomaban en el horizonte mientras viajábamos junto a Gaby Capozzy con dirección al embarcadero del club para comenzar la jornada. Aún estaba fresca la mañana y nuestro guía ya se encontraba con su lancha en movimiento, una North Carolina totalmente equipada con plataformas de casteos y motor eléctrico de proa para movernos con facilidad en los mejores lugares de pesca.

Arranque entretenido

Cargamos todos nuestros bagayos y comenzamos a recorrer los primeros metros del arroyo para llegar al primer pesquero, un lugar singular que sirve para ir calentando las muñecas. Es un chorro de agua caliente que nos permite hacer lances bien cercanos a la costa y nos regala, tal vez, los mejores portes. Subidos a las plataformas de casteo y con diferentes tipos de señuelos intentamos probar en distintas profundidades.

Los que usábamos artificiales de paleta larga tuvimos las mayores y mejores respuestas casi instantáneamente, logrando varios dorados que no superaron los 3 kg de peso. Todo esto fue a tan solo cinco minutos del embarcadero.

Con las manos bien calentitas con los primeros piques y las ganas intactas, navegamos 25 minutos buscando unos desagües de aguas claras sobre la costa de enfrente. Al llegar a ese sector vimos que otro guía ocupaba la zona, por lo que decidimos continuar para no entorpecer su trabajo. Rumbeamos hacia otro sitio de barrancas bajas y algunos árboles semisumergidos.

Allí cambiamos señuelos por algunos “lipless” y otros de paleta más corta y escalonada para lograr otros objetivos: pescar con artificiales que nos dieran más vibraciones y nuevas alternativas ondulantes y desparejas para mover algún dorado entre las ramas.

Al principio estuvo medio esquivo, hasta que dimos con los señuelos correctos y pudimos pinchar unos dorados chicos que nos brindaban acrobacia acuática y algunos insultos al aire por perderlos en el intento.

El sol ya pegaba lindo y fuimos derecho al nacimiento del río Pavón, un hermoso lugar con correderas en sus costas y algunos borbollones particulares que nos inyectaban una adrenalina única esperando nuestro gran pique, que llegó pero no pudimos hacerlo efectivo: algunas ramas sumergidas hicieron que nuestro dorado se desprendiera del engaño. Volvimos golpeando toda la costa con varias capturas, nada importante pero sí muy divertido. Pasado el mediodía decidimos volver a las estructuras metálicas para realizar pesca de puntería, ya que debemos colocar nuestros señuelos en lugares estratégicos para lograr que lleguen los piques.

La primera pasada no fue todo lo que esperábamos, pero cuando remontamos y cambiamos el ángulo, los piques se dieron uno tras otro con dorados de todos los tamaños: realmente una fiesta de piques. Fuimos a otra parte del puerto donde había algunas barcazas trabajando, buscando choques de agua y correntadas sobre los paredones... y no nos equivocamos. Nuevamente nos esperaba una fiesta de piques, donde los señuelos de paleta hacían la diferencia.

Curvas rendidoras

Mientras los curiosos miraban incrédulos desde la costa, nosotros seguíamos casteando en busca de las mejores opciones y en la mayoría de los tiros obteníamos capturas dispares en cuanto a peso. Después de tener varios piques nos cruzamos y probamos en una costa correntosa donde en cada una de sus curvas los árboles sumergidos parecían que nos saludaban a nuestro arribo. Un lugar de manual con todo para realizar una muy buena pesca, y así fue.

Los dorados nos picaban al golpe, a mitad de camino o bien cercano a la embarcación, por lo que debíamos estar bien atentos. Algo muy divertido sucedió en un momento. Gaby nos muestra un señuelo recién comprado al que le tenía mucha fe. Lo enhebró en el mosquetón y allá fue su tiro. Realmente obtuvo un pique instantáneo, pero con tanta mala suerte que se le abrió el snap: veíamos cómo se iba el dorado con el señuelo clavado en su boca, que al cabo de unos brincos se soltó y hundió rápidamente.

Dejamos para el final una mini competencia que se venía dando sobre la embarcación entre el guía y Gaby. Los dos buscaban sus razones para obtener más capturas, pero no se ponían de acuerdo en el color y tamaño de señuelos. Matías nos contó que había un último lugar para relevar, donde chocaban aguas cristalinas con otras sucias, y hasta allí fuimos. Una zona hermosa y con mucha vida, numerosos saltos y embestidas se veían delante de nosotros. Yo como árbitro imparcial di por comenzada la competencia, en la que uno utilizaba color flúo y otro plateado. Todo empatado hasta que se escuchó “último tiro” y los dos vinieron con un pescado cada uno. Conclusión: vayan a San Nicolás que con el artificial que elijan obtendrán una muy buena jornada de pesca y una gran pelea dorada. ¡A divertirse!

Nota completa publicada en revista Weekend 540, septiembre 2017.

También te puede interesar

En esta Nota

Julio Pollero

Julio Pollero

Comentarios

También te puede interesar

Más en
Mirá todos los autores de Weekend