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INFORMATIVO | 12-08-2017 09:00

Consejos de equipamiento para motos

Una pantalla o una simple visera: variedad de cascos para motos
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La visera está rayada, la parte superior algo abollada: todo dueño de

una moto debe cambiar su casco cada pocos años. La variedad es

inmensa, pero ¿cuáles son las diferencias? ¿Qué deberían tener en

cuenta los compradores?

”Lo normal es renovar un casco cada cinco años, los de termoplástico

un poco antes, los de duroplástico algo después”, apunta el experto

alemán Achim Kuschefski.

Los cascos de duroplástico pueden estar fabricados con diversos

materiales, como fibra de aramida, fibra de vidrio o fibra de

carbono. La superficie de estos materiales soporta grandes cargas y

presenta una fuerte resistencia a los rayos UV y a los solventes.

Los de termoplástico están fabricados, entre otros, de ABS o

policarbonato y se producen fácilmente, en un proceso de moldeado por

inyección por calor. Sin embargo, su superficie es más sensible a los

rayos UV y los solventes. Por eso en estos casos debe utilizarse una

capa de laca protectora especial.

Para Jürgen Bente, del Consejo Alemán de Seguridad en el Transporte,

la fecha de caducidad de un casco depende de su uso. “Si un conductor

utiliza el casco unos 30.000 kilómetros por año, debería conseguir

uno nuevo cada tres años”, aconseja.

Pero explica que como la mayoría de los motociclistas suele conducir

sólo un par de miles de kilómetros por año, el casco debería aguantar

más, hasta diez años. “Después de un choque el casco debe ser

cambiado inmediatamente”, advierte.

”El casco debe calzar bien. Cuando se coloca bien y se ajustan las

correas el casco no debe apretar ni tambalearse”, dice Bente.

Para Achim Kuschefski los más seguros son los cascos integrales, en

los que la protección para la barbilla y la visera son partes fijas.

En los abatibles se puede abrir hacia arriba todo junto, visera y

protección de barbilla.

”Para los que usan lentes es más cómodo y en una parada breve no hace

falta sacarse el casco”, apunta Kuschefski.

Los cascos jet y los cascos semiabiertos con homologación ECE ofrecen

menos protección, explica Ruprecht Müller, del Autómovil Club Alemán

(ADAC). Los que menos protegen son los llamados Braincaps, sin

homologación ECE.

El peso del casco también juega un papel importante: ”Un casco no

debe ser demasiado liviano”, explica Müller. De todas formas, ante

las altas velocidades que pueden registrarse durante un choque, un

casco muy pesado puede resultar una carga demasiado pesada para la

columna vertebral.

Los cascos livianos de fibra de carbono pesan entre 1.000 y 1.200

gramos. Los abatibles pesan más, a veces más de 1.500 gramos.

Y el precio sin duda también es relevante para muchos conductores.

”Un casco de 300 euros que pueda ser utilizado durante cinco años le

cuesta al moticiclista sólo 1,15 euros por semana. Un dinero bien

invertido si se tiene en cuenta que se trata de su cabeza”, apunta

Kuschefski.

Los expertos creen que la tendencia a futuro son los cascos

interconectados: los auriculares incorporados y la pantalla de

visualización frontal ya no son una rareza. La técnica mejorará la

seguridad de los conductores, ya que no deben mirar más el monitor

montado en el manubrio, sino que pueden dejar la vista fija en la

calle.

A principios de año BMW presentó un casco con una pantalla de

visualización frontal integrada. En el lado derecho proyecta

información directamente en el campo visual del conductor. Los datos

que muestra pueden ser programados libremente.

Entre las posibles opciones están los límites de velocidad, lugares

peligrosos o direcciones para la conducción. Pero también puede

mostrar información sobre la presión de los neumáticos, estado del

aceite o del combustible, o velocidad.

La mini-computadora ubicada en el casco es manejada a través de un

control en la parte izquierda del manubrio. Las dos baterías en el

casco tienen una duración de unas cinco horas.

En los próximos dos años BMW tiene previsto lanzar además al mercado

una cámara que mira hacia atrás y que podría servir como espejo

retrovisor para las motos.

”La idea básica es buena. Pero cuando hay luz desfavorable o viento

una pantalla de visualización frontal puede ser molesta”, dice

Müller, y considera que debe ser probado en la práctica.

El año pasado, la compañía estadounidense Skully presentó el AR1. El

casco, que cuesta unos 1.200 euros, tiene una cámara mirando hacia

atrás. Mientras se maneja graba el tránsito, reproduce las imágenes

en unos lentes de Google y vuelve innecesario al espejo retrovisor.

El fabricante británico Reevu ofrece un casco con vista panorámica.

En lugar de utilizar una cámara de video y una pantalla, los

británicos apuestan a un sistema de espejos. Estos cascos son un poco

más baratos y se consiguen a partir de los 300 euros.

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Andy Meek

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