Friday 19 de April de 2024
PESCA | 06-07-2017 09:05

Dónde pescar tarariras en invierno

Sorpresas en Pueblo Esther, Santa Fe. Fuimos por doradillos y capturamos no solo esta especie, sino también tarariras y dientudos reales.
Ver galería de imágenes

Para la pesca en kayak de invierno, lo más importante es chequear bien que el clima sea propicio: vientos por debajo de los 15 km/h y que el cielo no esté nublado. Medios acobardados por el frío, vimos una ventana climática de muy poco viento y 20 ºC ¡en junio! Las condiciones climáticas mejoraban hacia el norte de la provincia y todo lo contrario hacia el sur. No lo podíamos desaprovechar. Charlamos con Ariel Bobruk y decidimos ir por unos doradillos. Sin viajar muy lejos consideramos hacer una excursión a Pueblo Esther. Prácticamente enfrente de la bajada náutica del Camping Municipal hay un grupo de islas que prometían buena diversión a 500 metros de distancia por el río Paraná.

[gallery ids="47399,47401,47409,47407,47403,47405"]

Remontamos un kilómetro el curso calculando que la deriva nos permitiera llegar a las islas sin problemas. Las encaramos y tras unos minutos de remo intenso logramos acceder a ellas. Enseguida vimos algo de actividad. No pudimos descubrir qué era, pero un pez saltó fuera del agua. Emocionados, anclamos y preparamos equipos con distintos encarnes: anguila, mojarra, lombriz, sábalo y también con señuelos.

En el primer pique Ariel sacó un bagre amarillo chico pero muy gordo –deforme directamente–, encarnando con lombriz. Decidió guardarlo para luego utilizarlo como carnada para el dorado. El pique se tranquilizó y comenzamos a movernos por las islas, probando en distintos sectores, sin tener ni siquiera un pique o una corrida más. Observábamos que las lanchas tampoco estaban pescando y decidimos abandonar la isla y retornar a la costa de donde habíamos partido.

Nuevo rumbo

Esta vez pusimos proa al Monumento a los Caídos en la Gesta de Malvinas, siempre calculando la deriva que nos propicia el Paraná. Ahí hay un taller de reparación de buques. Por lo tanto, tenía que haber buena profundidad y también reparo. Se formaba una corredera infernal y luego un reparo entre el taller y el club náutico que está a pocos metros. Ariel fondeó, pero esta vez hizo un intento al pejerrey. Yo bajé unos metros y probé con señuelos buscando dorados, hasta que con uno tipo mojarra, lipless, pude atrapar un hermoso dientudo real.

Enseguida cambié de equipo por uno ultralight de 1-4 libras (1 libra: 453,592 gramos) para poder disfrutar más la pelea con estos hermosos dientudos. Tuve infinidad de ataques hasta que por VHF me llamó Ariel: “¡Vení! No sabés lo que pesqué”. Salí enseguida y al llegar no podía creerlo: tenía en el copo un taruchón de unos 3 kilos, hermoso, bien gordo y sano. “¿Pero vos no estabas pescando pejes?”, pregunté. Es que le habían destrozado la línea de pejerrey y cambió de modalidad.

Qué gran sorpresa pescar tarariras en junio. Enseguida cambiamos de técnica, nos acercamos a los juncos y a pescarlas. Preferían lombriz; con señuelos no hubo forma, ni de superficie ni con artificiales de goma rascando el fondo. Fueron varias capturas en el mismo lugar con línea de fondo de un anzuelo y encarnando con lombriz.

Sin hacer pausa, esperando el pique, nos dispusimos a comer unos sándwiches que llevamos preparados, tomamos algo de agua y también reforzamos el abrigo porque el viento había levantado un poco y ya el calor del rayo de sol no era tan fuerte. Hasta ese momento sólo teníamos puesta una remera. Con un chalequito de polar fue suficiente para estar cómodos y abrigados. También usamos calzas largas de 1,5 mm, medias de 4 mm y botas, todo de neoprene.

Sorpresa dorada

Mientras con una caña señueleaba, la otra estaba siempre en el agua con lombriz: solo el líder atado a la madre y un anzuelo número 4. De pronto percibo una corrida, sujeto firme la caña y clavo. Gran sorpresa al ver saltar fuera del agua un doradillo. Tanto los buscamos que al final pescando tarariras en un remanso apareció el doradillo. Tras su devolución los empezamos a buscar un poco más cerca de la corredera. Perdimos algunos piques, todos con carnada. Ya se había echo tarde para un día de invierno.

Al caer el sol decidimos concluir esta jornada de pesca en kayak de día completo. Tal vez lo tendríamos que haber hecho 15 minutos antes, pero la emoción de estar logrando una variadita en kayak con un día primaveral en pleno junio, nos hizo estirar la decisión de cortar hasta último momento, cuando se empezó a sentir el frío de manera abrupta. Estábamos a minutos de la bajada, solo era dejarnos llevar por la corriente y esperar a que nos derive río abajo. Por supuesto no perdimos oportunidad de seguir intentando al garete, tanto con señuelos como con carnada, pero la pesca desde el kayak para nosotros ya había concluido y había que aceptarlo. Era la hora de sumarla a los muy buenos recuerdos.

Nota completa en revista Weekend 538, julio 2017.

Guardar

Guardar

También te puede interesar

Galería de imágenes

Marcelo Ferro

Marcelo Ferro

Comentarios

También te puede interesar

Más en
Mirá todos los autores de Weekend