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PESCA | 15-06-2017 08:55

Paraná Pavón: mucha diversión cerca de la Capital

Un pesquero ideal para divertirse con amigos y familia, y conseguir una variada para todos los gustos. Dorados, surubíes, patíes y mucho más muy cerca de Capital Federal.
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Inmersos en la fiebre que genera la pesca de pejerrey, decidimos cambiar de especie y buscar alguna alternativa cercana a la Ciudad de Buenos Aires que nos hiciera vivir una buena y cambiante pesca variada de calidad. La idea era probar tanto con carnada viva como con artificiales para poder cubrir diferentes rangos dentro de este tipo de pesca. Hablamos con distintos guías y amigos de varios lugares pero la propuesta de Patricio Barreto colmó nuestras expectativas y nos convenció rápidamente de ir a probar al Paraná Pavón. Si bien este río no tiene el renombre de otros cursos cercanos, igual genera en el pescador ansias y ganas de probar de qué se trata, con qué nos puede sorprender y, principalmente, el atractivo de poder capturar algún pez de jerarquía.

Cuando el pescador decide intentar con diferentes modalidades, son muchas las cosas que debemos tener en cuenta para no fallar en el intento. Veamos...

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Equipos utilizados

La pesca con artificiales la íbamos a realizar con equipos de spinning y de baitcasting. La intención era tratar de capturar especies tales como el dorado y la tararira. Y además, con carnada buscar patíes, surubíes y también dorados. Para los señuelos armamos equipos livianos de 8 a 14 libras (1 libra = 0,453592 kilo) de potencia, con un largo máximo de 1,80 m. Usamos tanto reeles frontales como rotativos chicos, cargados con hilo multifilamento de 0,17 mm y con la condición de que tuviera un buen registro de freno. En cuanto a señuelos, lo ideal sería llevar tres o cuatro de los que pensamos andarían seguro, pero como casi nunca funciona esta teoría, siempre cargamos con nuestro arsenal ferretero en diferentes cajas ordenadoras para no tener inconvenientes o futuras excusas. También agregamos algunos señuelos de látex, ya que estaba la posibilidad concreta de probar con las taruchas desbordes de la zona. Para la pesca con carnada llevamos cañas de hasta 2,10 m de largo con una potencia máxima de 20 lb, reeles rotativos medianos cargados algunos con nylon 0,40 mm y otros con multifilamento , líderes de acero de unos 40 cm de largo atados con anzuelos 6/0 al 8/0 y algunos plomitos corredizos de 10 a 40 g. Además llevamos una muy buena variedad de carnada viva compuesta por morenas, cascarudos y anguilas.

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Primero los patíes

Pintaba una semanita complicada en cuanto al tiempo, así que muy pronto decidimos armar nuestra salida y buscamos el mejor día posible. Y no le erramos. Sol pleno toda la jornada y temperatura ideal. Bien tempranito encaramos por la Panamericana hacia la ruta de los puentes. En Zárate nos detuvimos en La Estación del Pescador a tomar unos mates con Tono Ciliberti y Coquito, dos grandes amigos que siempre nos cantan la posta en cuanto al pique. Mientras charlábamos era incesante el ingreso de pescadores a buscar diferentes carnadas y consejos. Los dejamos trabajando tranquilos y nos dirigimos al punto de encuentro con nuestro guía, que nos esperaba con su embarcación lista para emprender el viaje hasta nuestro primer lugar de pesca. Durante la navegación, que en principio es bastante larga, fuimos aprontando nuestros equipos y preguntando algunas cosas para tratar de no errarle. La primera parada la hicimos cerca del río Victoria para intentar con los patíes. Era una pesca de paso nomás. Encarnamos con morenas y anguilas y fueron las líneas al agua. Casi de inmediato tuvimos los primeros piques de patíes, no muy grandes pero divertidos. Algunos se desprendieron antes de poder izarlos, pero otros se pudieron fotografiar.

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En busca de los dorados

Quedaba un largo trayecto hasta el Paraná Pavón, nuestro principal objetivo, pero queríamos calentar las muñecas y ver cómo estaba la cosa. Guardamos todo y navegamos hasta los primeros limpiones de aguas claras, sector donde estaba comiendo el dorado. Cabe aclarar que muchos lugares vamos a encontrarlos con agua sucia, espesa y con sedimentos, todas condiciones inapropiadas para pescar dorados en estos momentos. Fuimos haciendo varias caídas “al golpe” con señuelos teniendo algunos tímidos ataques de dorados chicos que se pinchaban, saltaban y largaban nuestros engaños. Tuvimos que achicar un poco los señuelos y ahí pudimos clavar unos cuantos doraditos que nos hicieron divertir bastante.

Se acercaba el mediodía y había que comer algo: el guía nos tenía preparada una sorpresa: asadito en la isla con la particularidad que de ahí mismo íbamos a poder pescar. Y así fue, disfrutamos de la comida mientras pescábamos algunos dorados más.

Cargamos todo rápidamente y nos fuimos en busca de los surubíes dentro de un arroyo en el que corría bastante el agua y que caía en una laguna interna. Pasamos una y otra vez por sobre un remanso donde pudimos pinchar un par de cachorritos de surubí, no muy grandes pero que ilustraban la nota. Hasta el momento nada para decir, todo lo propuesto se daba sin atenuantes.

El turno de las tarariras

Fuimos a bsucarlas con las últimas luces del día. Navegamos hasta un arroyo interno y encontramos unos chorrillos de agua. En el campo no había más de 40 cm de profundidad, con mucha vegetación en superficie. Este fue el momento de probar con ranas de látex antienganche. En los primeros tiros no movíamos nada, parecía un charco sin vida. Pero cuando logramos activarlas tuvimos un pique tras otro de taruchas de todos los tamaños, viendo muchas veces cómo le erraban al señuelo en su ataque. La idea era recoger muy lento y así llegaron las capturas. La verdad que fue una salida de lujo, cercana para los porteños y con muchas variantes. Así que amigos pescadores, entre todos los ríos y afluentes del Paraná que tengan en mente, agenden el Pavón. Sin dudas, un pesquero que puede cumplir con todas nuestras expectativas y alguna sorpresa más.

Nota completa publicada en revista Weekend 537, junio 2017.

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Julio Pollero

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