Tuesday 23 de April de 2024
PESCA | 01-04-2017 09:30

Tarariras en La Facultad

Excelentes capturas en esta laguna que se encuentra en un campo privado de Bragado.
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Nos debíamos una visita a esta laguna centenaria en la localidad de Bragado, ubicada en un campo privado. Pese a los informes del clima que no iban a ser favorables, decidimos partir igual, no podíamos decir que no a una invitación pendiente de Eduardo Sagasta, guía con más de 30 años de experiencia, encargado de los encuentros de pesca de la laguna La Facultad, a la que solo se accede con reserva previa.

El pronóstico para Bragado era sin lluvia, pero sí iban a presentarse vientos fuertes por la tarde, lo que seguramente en algún momento perjudicaría la pesca, pero de todos modos pusimos rumbo para aquellos lados, muy ansiosos de pescar las taruchas.

Quedamos en encontrarnos a las 4:30 en el peaje de Gral. Rodríguez, sobre el Acceso Oeste, con cuatro pescadores que iban a ser de la partida: eran miembros de Locos por la Pesca, de San Vicente, fanáticos por la pesca de tarariras. Previa presentación en una estación de servicio, Eduardo nos comentó cómo había planeado la jornada y nos puso al tanto de cómo debíamos movernos y en qué condiciones encontraríamos la laguna. Pequeña charla y nos dirigimos al campo privado. Llegamos a las 7 hs, preparamos los equipos y waders (hay que vadear en busca de las dientonas sin olvidarse absolutamente nada) y caminamos unos 500 metros hasta la orilla.

Comienzo de la pesca

Al llegar, Eduardo nos iba brindando información de cómo ingresar y cómo dar con los claros, teniendo mucho cuidado porque el agua nos llegaba a la cintura en algunos lugares y había mucha vegetación en suspensión.

Nos fuimos separando en equipos de a dos en dos para cubrir toda la zona y comenzar a molestarlas con señuelos plop para después hacer un cambio: Eduardo fabrica unos señuelos especiales (Taranga) que poseen una hélice y un cuerpo que los hace trabajar sobre la superficie, evitando la vegetación sumergida. Dieron un resultado increíble, haciendo la diferencia con respecto a los demás.

Durante la mañana el viento sopló a través de la laguna, manteniendo el agua transparente, permitiéndonos pescar taruchas de todos los tamaños. Claro que veíamos, claro que estaba lleno de taruchas. Sólo era cuestión de molestarlas unos minutos y hacerlas subir a la superficie a tomar nuestros engaños. Se hizo el mediodía y debido a las altas temperaturas decidimos realizar un alto para degustar un excelente asado.

La charla fue divertida, porque todos compartimos nuestras experiencias y sensaciones vividas durante la mañana. Es que al estar separados solo escuchábamos las explosiones en el agua de las taruchas, pero no nos veíamos debido a los juncos.

Turno tarde complicado

Algunos descansamos a la sombra con los ojos cerrados y otros, más ansiosos, preparando los señuelos, haciéndoles algunas modificaciones. Fue el caso de Rodrigo con sus Bad Line, a los que le agregó una hélice para molestar a las taruchas durante toda la tarde.

Retomamos después de las 16 hs, y las condiciones ya no eran las mismas: el viento había rotado y el agua comenzaba a enturbiarse, trayendo hacia nuestra costa mucha vegetación en suspensión, con lo cual debíamos movernos para buscar nuevos claros y lanzar nuestros artificiales.

Los piques se hicieron más espaciados, teniendo que probar toda la artillería de señuelos que teníamos para provocarlas. Nos quedamos en el agua hasta las 19 hs, y retornamos recorriendo el camino andado con la satisfacción de haber tenido una jornada de pesca excelente. Todos tuvimos corridas, piques, ataques, clavadas, muchos toques sin

haberlas clavado, pero disfrutando cuando las veíamos nadar detrás de nuestro señuelo y saltar para devorárselo. Hay muchísimas taruchas en este espejo.

Una recomendación: siempre que pesquemos con señuelos debemos usar anteojos, en primer lugar para no exigir nuestra vista, y en segundo término para cuidar nuestros ojos, ya que un pique no clavado puede hacer que el señuelo termine en nuestra cara, no es la primera ni la última vez que sucede. Una salida distinta para recomendar, donde solo un grupo de 5 personas son los protagonistas y responsables de cuidar el predio y las especies que allí habitan.

En el momento de reservar la salida, Eduardo nos aclaró de antemano que toda la pesca sería con devolución, sin excepción, ya que es la única manera de conservar a las tarariras.

Además, si los visitantes no cuentan con el equipo o los señuelos para realizar esta modalidad de pesca, el guía tiene para ofrecer elementos livianos para vadear la laguna y poder disfrutar de esta apasionante pesca en un hábitat agreste que por suerte no está castigado por redes ni por gran cantidad de pescadores que no son deportivos y que no cuidan la especie ni el medio ambiente. Todavía faltan días de calor, antes que las dientonas decidan invernar. Qué estas esperando, date el gusto.

Nota completa publicada en revista Weekend nº 535, abril 2017.

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Daniel Rodríguez

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