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PESCA | 22-03-2017 09:30

Campamento, botes, kayaks y pejerreyes

La Boca y Vitel, dos lagunas con buena pesca cercanas a la Capital Federal, ideal para que disfruten grandes y chicos.
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Sin duda, la pesca es un lugar de encuentro. Encuentro de amigos, camaradas, personas con un objetivo común, en unos un pasatiempo o un gusto, en otros una afición y en algunos una pasión. Y si todas esas sensaciones positivas, esos espacios de encuentro se pueden transmitir y compartir con amigos y además con hijos, tanto mejor.

Así nació este nuevo relevamiento de dos lagunas. Invitados por Mario Campanella y con el incondicional apoyo del experimentado guía de la zona Hugo Di Marco, emprendimos el viaje hacia La Boca (ex laguna San Lorenzo), entre el partido de Pila y Castelli. Llegamos desde la Ciudad de Buenos Aires desviando a la derecha en el Km 179,5 de la autovía 2, haciendo unos 18 km por la RN 41 hasta un camino de tierra que sale a la izquierda y por este trazado vecinal hicimos 2 km hasta la tranquera del Club Laguna La Boca, donde nos esperaban muy cordialmente Susana y Carlos Castillo.

Comenzamos en La Boca

Se trata de un espejo de unas 1.600 ha que forma parte del sistema de encadenadas al sur del río Salado, precisamente conectada a éste importante curso por el arroyo San Miguel. Es una laguna que presenta costas despejadas, poco junco y, a nuestra visita, un buen nivel y condición de aguas (claras). Además, ni bien llegamos pudimos notar saltos de lisas por doquier, movimiento de aguas en las costas y unas cuantas aves ictiófagas. Y merced a su buena profundidad, una temperatura en el agua bastante fresca para la época estival. Todos buenos augurios para esta pesca que se empieza a afianzar cuando baja un poco la temperatura, allá por fines de marzo y abril, pero que nosotros en esta ocasión resolvimos anticipar.

Nos dividimos en tres botes para darle chance a que los chicos pudieran pescar codo a codo con los más grandes con comodidad. Notando una suave brisa del oeste, aprovechamos a pescar al garete. La modalidad consiste en dejar derivar la embarcación a voluntad del viento con aparejos de flote. A poco de empezar la deriva ya tuvimos las primeras respuestas de las flechas de plata. No de gran tamaño estas capturas iniciales, pero sirvieron para ver que el pejerrey estaba presente y activo y para entusiasmar a los chicos, enseñarles a devolver peces e ir calentando el pulso.

Equipos utilizados

Los equipos conviene que estén compuestos por varas del orden de los 4 m. El largo del aparejo condiciona al de la caña, si usamos de tres boyas separadas entre sí por 1,20 o 1,30 m, necesitamos varas largas, y si son de grafito resistentes y livianas, tanto mejor. La pesca se realiza caña en mano todo el tiempo y minimizar el peso aumenta el confort, máxime cuando están empuñadas por niños. Reeles frontales con capacidad para 150 metros de nailon del 0,25 al 0,30 o multifilamento del 0,16 a 0,18. Si se usa nailon conviene haberle aplicado previamente flotalineas, el multi flota sin necesidad de aditivos.

Lo que es importante en esto de garetear es que sean las boyas y los hilos lo más similares posibles entre los pescadores a bordo del mismo bote. De esta manera se comportan todos más o menos parejos y es más sencillo adecuar la velocidad de deriva.

En nuestro caso fuimos usando a lo largo de la jornada distinto tipo de boya y de color (las claras con sol a favor, las oscuras y negras con condiciones de sol de frente o contraluz ya que se ven mejor) pero las chupetonas grandes que se mueven bien en el oleaje y tienen resistencia al viento nos dieron las mejores capturas en tamaño, con brazoladas de 20 a 25 cm y anzuelos Nº 2 de alambre fino y buen filo, encarnados con mojarra viva entera enhebrada de cola a cabeza.

A medida que el viento fue in crescendo hizo falta frenar esa deriva. De no contar con un ancla de capa, hay que colgar un lastre que vaya por el fondo y regular el largo de cabo para darle la velocidad adecuada. De no tener un muerto –tal como se denomina al lastre– se puede invertir el ancla atándola al revés, para que arrastre y no clave. La otra punta del cabo debe ir sujeta a la altura del tolete. Con esto además se equilibra el movimiento lateral del bote. En este estilo lo ideal es ir soltando sedal con el pick up del reel abierto para compensar velocidades relativas. La idea es que las boyas trabajen en línea y las brazoladas lo más libre posible y siempre pendiendo de la boya en forma vertical para hacer que el encarne se ofrezca de la manera más natural y efectiva.

Buena faena en La Boca a pesar de que no es la época ideal, excelente augurio para esta temporada. Antes de terminar el día logramos unos cuantos pejerreyes de buena talla y silueta, sanos, vigorosos y que nos entretuvieron con sus corridas laterales de boya y sus escaramuzas. Una pesca visual, de precisión, justeza y apasionante.

El turno de Vitel

Muy conformes con lo realizado, para el segundo día desandamos unos 90 km y nos dirigimos a un espejo diferente, un espejo menos profundo y con muy buenos servicios, cercano a Chascomús, y ya en camino de regreso a Buenos Aires: la laguna Vitel. Para eso hicimos base en el Camping Laguna Vitel que queda a la altura del Km 114 de la autovía 2, a 9 km por la RP 20. La idea era pescar desde embarcaciones menores a remo. Así que nos hicimos a las aguas en kayaks (se alquilan ahí para quien no tenga) y botes neumáticos a remo como un catarraft individual (Freeboat) y un duckie para tres o cuatro (Moican). Vitel es ideal para remar y explorar sus costas bajas y juncales. Además de pejerreyes hay tarariras para entretenerse, por lo que conviene llevar ambos equipos a bordo. Ni la cantidad, ni los portes igualaron lo logrado en La Boca, pero la calidad de los servicios y los momentos compartidos con los chicos y con amigos junto al fogón, en el campamento, caña o remo en mano justificaron la visita.

En definitiva, una salida de pesca no solo es sacar peces del agua. Si imagináramos una cuenta donde cada tanto hacemos pequeños depósitos a los buenos recuerdos de nuestros hijos, una experiencia de esta naturaleza supone un aporte extraordinario a la memoria, una inversión de incalculable renta futura.

Nota completa publicada en revista Weekend nº 534, marzo 2017.

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Alejandro Inzaurraga

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