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PESCA | 12-03-2017 08:45

Una bajada con gigantes

Los ríos Guayquiraró y Corrientes nos regalaron una gran pesca de dorados y surubíes de excelentes medidas. Todos los detalles de esta apasionante salida por alfuentes del Paraná medio.
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Es muy difícil poder unir muchos minipesqueros en una misma jornada de pesca, y en esta oportunidad buscábamos la opción de recorrer varios lugares en una sola salida, disponiendo de un poquito más de tiempo. El río Paraná medio cuenta con innumerables sectores de pesca, y nuestra idea era unir mediante la pesca deportiva desde la zona del río Guayquiraró hasta el Corrientes, tratando de probar tanto con carnada natural como con artificiales, empleando las modalidades que nos brinden mayores satisfacciones.

Por una cuestión de comodidad y continuo contacto con el guía Matías Pavoni, hicimos base en la ciudad correntina de Esquina, casi en la mitad del recorrido que íbamos a realizar. Sabiendo que la pesca está buena, decidimos llevar todos los equipos necesarios para poder cumplir con nuestras expectativas, tratando de no dejar nada librado al azar.

Preparación de los equipos

Nos juntamos una tarde con todos los que iríamos de viaje para evaluar diferentes alternativas de equipos de pesca, pero cada uno proponía cosas distintas y muy buenas a la vez, por lo cual cada pescador llevó lo que le parecía indispensable para poder cubrir todos los rangos de pesca y hasta las sorpresas increíbles que pudieran suceder.

Para pescar con baitcast empleamos cañas de 1,80 hasta 2,10 metros de largo, con una potencia máxima de 20 libras (1 libra = 0,453592 kilo) y reeles huevitos o de bajo perfil medianos cargados con multifilamento que soporte hasta 50 libras en su resistencia.

Lo principal en estos tipos de reeles es su registro de freno, que pueda controlar mediante nuestra regulación la corrida o disparada del pescado en el momento de ser clavado. Si la idea era pescar o probar en determinadas ocasiones la modalidad spinning, el rango de caña es el mismo sólo que el armado resulta distinto y los reeles son frontales. Sin dudas, la mayor complicación cuando el pescador no sabe con qué se va a encontrar se da en la elección de los señuelos. Para evitar sobresaltos, lo mejor es llevar todo el arsenal de artificiales que tengamos, y en última instancia hacemos una selección en el lugar de pesca. El equipo lo completamos con leaders de acero de unos 20 o 25 cm de largo, con buenos snaps o mosquetones, y varias anillas y triples como repuesto.

En cambio, si queremos hacer pesca con carnada natural vamos a agregar cañas de hasta 2,40 m de largo, reeles rotativos (algunos cargados con multi grueso y otros con nylon de 0,40 mm) y unos cuantos anzuelos del tamaño 8/0 al 10/0 atados con cable de acero de unos 50 cm de largo. Además, plomitos pasantes de varios pesos. Y así tendríamos el equipo completo.

Comienzo de la aventura

Sólo faltaba ponernos de acuerdo entre los que íbamos a participar de la travesía para saber qué día la realizaríamos. El clima no venía muy bien. Además debíamos esperar que se levantara la veda en el lugar y charlar con nuestro guía para acomodar los últimos detalles. Salimos una calurosa tarde de verano junto a mi amigo Martín Garde con rumbo a Corrientes, para instalarnos en las cómodas cabañas del guía Matías Pavoni, un lugar único donde se aprecia la naturaleza en toda su dimensión.

Allí fuimos recibidos por Fany Salas, dueña de casa y gran anfitriona, quien sería nuestra compañera de salida en los próximos días. Cenamos un rico asado, contamos mil anécdotas y nos fuimos a descansar para levantarnos bien tempranito al otro día y comenzar la salida, que en esta etapa inicial nos llevaría río abajo pescando toda la zona del delta del Guayquiraró.

Nos tocó una primera mañana un poco fresquita para el momento, pero las ganas nos daban el calor necesario para empezar nuestra rutina, que era probar varios pesqueros desde que entramos al río Paraná hasta llegar a destino. Cruzamos algunos paleríos y Fany nos dio cátedra de cómo producir piques colocando de manera certera los señuelos en lugares donde acechan los peces. Y así se fueron sucediendo piques tras piques de dorados de todos los tamaños, donde los más grandes se acercaban a los 4 o 5 kg en el mejor de los casos. Siempre pescando río abajo, seguíamos recorriendo pesqueros y todos se lucían con la pesca mientras yo intentaba fotografiar las acciones. Matías y Martín en popa trataban de superar los pescados que se lograban en proa con la magia de la única mujer del grupo; se había armado un lindo partido, que yo disfrutaba a la distancia. Seguimos viaje sobrepasando unos hermosos bancos de arena donde pudimos dar con muy buenos dorados, algunos de dos cifras que hicieron vibrar nuestras cañas de bait. Tremenda pesca y mejores momentos.

Grandes surubíes

Caía la noche y la idea era pescar surubí con carnada, así que nos abrigamos un poquito nomás para superar a los mosquitos y el rocío de la madrugada, y tuvimos la oportunidad de dar con algunos muy buenos ejemplares. Volvimos con la tarea cumplida. Necesitábamos descansar para cumplir nuestro segundo objetivo: pescar Paraná arriba en inmediaciones del río Corrientes. Navegamos un buen rato hacia las cabañas para levantar provisiones, descansar y arrancar enseguida. El día pintaba caluroso, por lo cual era imperioso abastecernos de líquido fresco y volver a cargar combustible en la embarcación.

Navegando sin sobresaltos llegamos a los primeros pesqueros. Y parecía que nos estaban esperando: muchos piques en la punta de bancos e islas con señuelos de media agua y algunos de subsuperficie para actuar entre los palos. Piques sostenidos y algunos dorados que llegaron a los 7 y 8 kg. Tremenda faena estábamos haciendo en esta maratón pesqueril de un par de días.

La última gran corrida

Luego de una gran clavada parecía que el agua se cortaba al medio, sacaba nylon sin parar y no dejaba que nada ni nadie le impidiera su recorrido. Idas y vueltas, corridas y más corridas sin poder ver qué nos había tomado nuestro artificial. Hasta que a más de 50 metros vimos que se levantaba el nylon y pudimos observar un hermoso dorado que asomó solo mitad de su cuerpo y vendió cara su derrota.

Con mucho esfuerzo logramos arrimarlo para fotografiar y liberarlo para que otro pescador intente su captura. Decidimos volver, y luego de refugiarnos en una sombra reparadora, una de las cañas con carnada natural acusó un pique y nos regaló un hermoso cachorro de surubí.

Otra de las salidas que quedará en mi recuerdo, pescando de punta a punta en el gran Paraná medio con amigos y un matrimonio pescador que la sabe lunga. Un ámbito que cumple con las expectativas de los más exquisitos.

Nota completa publicada en revista Weekend 534, marzo de 2017.

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Julio Pollero

Julio Pollero

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