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CAZA | 11-03-2017 10:18

Leones enlatados

La cría de leones en granjas de Sudáfrica con la finalidad última de proveer a cotos para su caza. Planteos éticos que surgen sobre la actividad.
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Imágenes de una modelo, un empresario y un león muerto, causaron una conmoción efímera en los medios de difusión. No hubo periodista, conductor, o mero panelista que resistiera la tentación de emitir comentarios, por lo general sin fundamentos, insustanciales y dirigidos a compadecerse del animal y censurar a la bella dama y al caballero portador de fusil y habano. La noticia duró lo necesario, y nadie se ocupó de profundizar un tema polémico que oculta un gran negocio, tras la fachada de la caza deportiva.

Básicamente, en Africa se practican varias formas de caza: la furtiva deportiva o comercial para lucrar con los despojos de la caza –colmillos de elefante, cuernos de rinoceronte, carne para consumo etc.–, la caza por subsistencia y la “deportiva legal”. Me ocuparé de esta última, aunque adelanto que únicamente de una de sus modalidades, que es la “caza enlatada”.

Pues bien, en Sudáfrica existen alrededor de 160 granjas de cría de leones y otras especies silvestres. En recintos acotados se encierran leones para su reproducción. Nacidos los cachorros se los separa de la madre, debido a que en el período de lactancia la hembra no entra en celo. Con ello se acelera el ciclo “productor”. Mientras estos felinos se encuentran en período de cría y desarrollo, se reciben turistas como en cualquier zoológico, y se realizan visitas guiadas en los espacios en que se encuentran encerrados ejemplares en distintas etapas de evolución madurativa. Allí comienza la primera etapa del negocio.

Se crían leones comunes de melenas pardas o negras de acuerdo con su edad, o blancos, muy requeridos por los cazadores. Algunos comentaristas del suceso referido señalaron que eran leones viejos, cuando en realidad son ejemplares con mutación genética por leucismo.

En todos los casos son leones acostumbrados a la presencia humana de los cuidadores que los alimentan o de los turistas que los contemplan.

Cuando alcanzan la madurez “cinegética” son vendidos a los cotos de caza, o transportados por los mismos criadores a sus propias explotaciones. En todos los casos son superficies con alambrados perimetrales, y de una extensión amplia para intentar simular un ámbito natural.

En estas granjas se calcula la existencia de unos 8.000 leones y se matan alrededor de 1.000 a 2.000 ejemplares por año. Se intentó por ley restringir esta actividad, pero el Tribunal Supremo de Justicia de Sudáfrica la declaró nula.

Llegada a los cotos

Las empresas venden los “paquetes” de animales o trofeos, con 7 a14 noches en hoteles de lujo y permisos de caza incluidos. Hay quienes comercializan la excursión con cláusula “no kill, no pay”, es decir que no paga si no mata, oferta atractiva pero ilusoria porque la caza es segura e infalible. Hay precios para todos los bolsillos de acuerdo con el animal a cazar: herbívoros un tanto más baratos, hasta alcanzar los U$S 40.000 por un elefante o U$S 25.000 por un león.

Dije que los leones están acostumbrados a la presencia humana y por consiguiente no huyen ante la llegada de los cazadores. En algunos establecimientos se agregan sedantes a las piezas de carne que constituyen su alimento, para ahorrar esfuerzos y riesgos a cazadores inexpertos. Hasta aquí, la descripción de los hechos. Y con estos se plantea el dilema ético y conservacionista al que, confieso, no le he encontrado la solución adecuada. Como en las carreras de galgos, jineteadas y, afinando el concepto, el turf y el polo, existen en todas estas actividades riesgos y accidentes. La alimentación adecuada y los cuidados que se prodigan no impiden las fracturas de miembros, el stress y el confinamiento en boxes estrechos. Fácil es arribar a la prohibición y la sanción, pero entonces, ¿qué ocurrirá con animales que fueron creados por el hombre para determinada actividad? Los caballos, al “tacho”, esto es, el frigorífico y la exportación de su carne; los perros, al abandono o el sacrificio.

Los leones se incluyen en la categoría de vulnerable de la Lista Roja de Especies. En 1960 existían 200.000 ejemplares y en la actualidad unos 15.000. En los últimos 20 años la especie se redujo en un 20 % por la caza furtiva, las enfermedades y la ocupación y destrucción de su hábitat. Se encuentra extinguido en 25 países del Africa negra, otrora abundantes. Si a ello le agregamos la prohibición del negocio referido, ¿cúal será el destino de los ejemplares de criadero? Su suelta en parques y reservas es imposible porque no saben cazar. Y por otra parte me planteo: ante la merma inexorable de las manadas salvajes, ¿la única solución para conservar su extinción serán las granjas de cría? La polémica queda abierta.

Nota completa publicada en revista Weekend nº 534, marzo 2017.

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Marcelo Ferro

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