Friday 19 de April de 2024
TURISMO | 14-02-2017 09:00

El otro Río de Janeiro

Además de sol, playa, música y mística, la cidade maravilhosa lo es por muchas otras cosas que aquí descubrimos.
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Luego de un vuelo de apenas poco más de dos horas y media llegamos a Río de Janeiro. Y en esta nota realizamos un recorrido para descubrir nuevos lugares y atracciones de esta ciudad mágica donde hoy en día se destaca la Barra da Tijuca como un barrio nuevo, bonito y con hermosas playas, a pocos kilómetros de las tradicionales Ipanema y Copacabana.

Naturaleza y selva

Parque Nacional da Tijuca: Río de Janeiro es selva. Sí, así de impensado como suena. Avanzamos en jeep por los caminos de esta área protegida con “floresta” (selva) ubicada en el corazón de la ciudad y nos reciben árboles gigantes, pájaros, humedad, verde por todos lados. “La ciudad sería siete grados más calurosa sin esta mata atlántica”, cuenta Iolanda, la guía, mientras nos lleva a una cascada para refrescarnos. En el Parque existe una red de senderos para hacer a pie o en vehículo. También hay tours organizados (www.jeeptour.com.br).

El Cristo: está ubicado en la cima del cerro Corcovado, dentro del Parque Nacional da Tijuca. Antes de ver la monumental escultura almorzamos en el restaurante ubicado dentro del centro de visitantes, cuyo recorrido permite comprender mejor el ecosistema selvático y los beneficios que brinda a la ciudad de Río. Una vez arriba (se llega en un trencito), el Cristo es todo lo imponente que uno imagina y más (www.paineirascorcovado.com.br).

Casa de Roberto Burle Marx: el lugar donde vivió este arquitecto y artista es un reino vegetal, ya que tenía un especial interés por la flora nativa de su país. Recorremos los senderos de este enorme jardín “agreste” (es lo opuesto a un típico parque europeo) y luego el interior de una casa maravillosa, con pinturas, esculturas y un diseño distinto. Visitarla es, realmente, conocer otro mundo (http://sitioburlemarx.blogspot.com.ar/).

>Pan de Azúcar: es el símbolo de Río. Está abierto todos los días y se sube con un teleférico, en dos tramos. Lo interesante es que se puede ir a pasar el día, ya que hay bares donde tomar algo y mesas al aire libre con bancos para descansar. Las vistas son bellísimas: Leme, Copacabana, Ipanema, Flamengo y Leblon son algunas de ellas (www.bondinho.com.br).

Arte y cultura

Murales: Río es también ciudad de murales. El más imponente de todos y que está catalogado en el Libro Guinness como el grafitti más grande del mundo es el que da apertura a esta nota y se llama “Todos somos uno”. Se encuentra ubicado en el puerto y muy cerca del acuario mencionado más adelante. Su autor es Kobra (http://eduardokobra.com).

Museo Casa de Pontal: pasamos de sala en sala en este lugar de arte popular diverso, enorme y bellísimo, donde se destaca la colección de máscaras y hay un “detalle” diferenciador: que la guía nos hace su recorrido con una guitarra y cantando (www.museucasadopontal.com.br).

Museo de la Selección: después de apreciar las camisetas y las pelotas utilizadas en distintas épocas llegamos a lo que más llama la atención: los audios del relato de todos los partidos jugados por la selección brasileña en toda su historia (http://museu

selecaobrasileira.com.br).

Santa Teresa: es un barrio cercano a “la city” y con un aire al porteño San Telmo, de calles angostas y adoquinadas. Se destaca por ser el lugar donde viven artistas e intelectuales y donde aún persisten casas antiguas con jardines. Hay murales y barcitos donde tomar algo y ver espectáculos. Mamma Shelter es un hotel de diseño donde también se puede ir a comer comida “de la mamma” (www.mamashelter.com).

Comidas y espectáculos

Carne al asador: este es el significado de Fogo de Chao, el lugar por antonomasia para comer la mejor –pero la mejor de verdad– carne asada, con el sistema de rodizio. Además, los quesos y las ensaladas hacen la diferencia. Y un dato: el volcán de chocolate es perfecto y en la carta figura como “petit gâteau” (www.fogodechao.com.br).

AcuaRio: “Aquí hay 4 millones y medio de litros de agua salada”, dice nuestro guía mientras recorremos los oscuros pasillos del acuario carioca con enormes vitrinas donde los peces hacen su vida como si no estuvieran aquí, entre nosotros. Gran experiencia, sobre todo para los chicos y para los grandes que tienen ganas de detenerse a mirar un mundo lento y misterioro. Al final se puede visitar el Museo del Surf (www.aquariomarinhodorio.com.br).

A pura cachaça: lo primero es un “caldinho” de feijon (sopita de porotos espesa y salada) que funciona como protector estomacal para todo lo que vendrá después. Es que además de probar bocaditos fritos de pescado, de queso, de carne, de camarón y de pollo, también hicimos honor al nombre del bar y probamos varios tragos con cachaça. Lo más divertido es animarse a sabores y frutas exóticos (www.academiadacachaca.com.br).

A pura batida: aquí también la bebida es protagonista y mucho más “peligrosa” porque en el bar de Oswaldo la reina es la batida, que es como un inocente licuado con leche condensada y frutas, pero con vodka, con mucho vodka. Lugar ideal para beber y “picar” en la vereda (www.bardooswaldo.com.br).

¿Bailamos?: uno no puede ir a Río sin escuchar samba y animarse, al menos, a dar unos pasos. Llegamos a Rio Scenarium, un centro cultural, salón de baile y restaurante con la firme idea de mover el cuerpo. Así, mientras un grupo en vivo hacía sonar cuerdas y percusiones, el ambiente se fue poniendo cada vez más intenso y al rato nomás todos creíamos que ya éramos dueños del ritmo carioca. Hombres y mujeres habitués de todas las edades y bailando entre sí (mujeres de 88 años con hombres de 30 y viceversa) convirtieron el lugar en una fiesta. Y nosotros junto con ellos (www.

rioscenarium.art.br).

Nota completa publicada en la edición 533 de revista Weekend, febrero 2017.

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Lorena López

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