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CAZA | 03-02-2017 09:30

¿Qué es la brama?

Esperada con ansia por aficionados a los espectáculos de la naturaleza para realizar avistajes o por cazadores buscando su presa, en poco tiempo comienza la brama del ciervo colorado. Conozcamos sus particularidades.
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Ya entrado marzo, cuando el verano comienza a ceder paso al otoño, el monte pampeano cobra una inusual vida al estremecerse con un sonido profundo e incomparable: el bramido del ciervo colorado. Este llamado de amor de la naturaleza misma, anuncia que la máxima especie cinegética de nuestro país se prepara para formar su harén y luchar contra cualquier oponente que pretenda disputarle las hembras. Sólo aquellos privilegiados mortales que hemos sido testigos de este acontecimiento podemos valorarlo en su total magnitud, ya que es casi imposible transmitir la experiencia con palabras. ¡Sí señor, ha comenzado la brama!

Pero, ¿qué es en sí la brama? ¿Por qué se produce?

Su nombre es consecuencia del sonido que emite el ciervo colorado cuando entra en celo –el bramido– con los fines ya descriptos. La brama del ciervo es una especie de mugido ronco, muy alejado de lo afinado para el oído humano, pero imperioso y convocante para las hembras. Es fundamental para que se cumplan las leyes naturales de selección y se preserve la especie. Los cérvidos entran en celo una vez al año, sobre el fin del verano, para que –debido al periodo de gestación de las hembras– las crías nazcan al comienzo de la primavera.

El proceso en el macho

Para interpretar el ciclo completo, aboquémonos al macho. Voltea sus astas todos los años entre los meses de septiembre y octubre. Luego de ello, sus hormonas comienzan a trabajar en la creación de nuevas cornamentas. En esta carrera de la naturaleza, las astas crecen blandas y con una velocidad espectacular, ya que en menos de tres meses se encuentran terminadas y con su dimensión final. En este estadio se hallan cubiertas con una capa de piel con gran cantidad de pelos cortos y abundantes glándulas sebáceas, llamada felpa o velvet.

Aquí las guampas han llegado a su apogeo hormonal, y están unidas al cráneo comunicadas por vasos sanguíneos que le dan vida. Luego de ello, estos vasos se cierran y empiezan a osificarse y endurecerse. A mediados de febrero el ciervo está con su cornamenta totalmente terminada, pero aún con velvet. Allí comienza el macho a limpiarse las astas contra las plantas, marcando el territorio que será su bramadero (o territorio de apareamiento). Para mediados de marzo, con su cornamenta terminada, se encuentra listo para la brama que empieza cuando los días se tornan más cortos. La naturaleza hace que las hembras detecten esos cambios lumínicos y entren en celo, liberando hormonas que el macho olfatea.

Después de esta época, la cornamenta va perdiendo solidez en su unión debido a la falta de irrigación sanguínea, hasta que se les cae y comienza un nuevo ciclo. Resumiendo: vemos que las astas tienen diversos estadios, y que cada uno de ellos cumple un fin determinado. Cuando se osifica y el animal pela el velvet contra troncos y ramas, deja sus hormonas en el territorio para atraer a su harén. Cuando la tiene terminada, le sirve para enfrentarse a otros ciervos en peleas por el dominio del territorio o de sus hembras. Es durante este período que la actitud del ciervo resulta realmente espectacular, caminando con su cabeza levantada y su postura desafiante. Está en continuo movimiento, con un ímpetu que lo lleva a desplazarse sin cesar, arremetiendo contra cualquier merodeador que se atreva a acercarse a su territorio.

La defensa de hembras y machos es mutua, ya que estos luchan entre sí entrelazando a veces sus cornamentas al punto de no poder separarse. En estos casos el combate puede terminar con la muerte de los dos ejemplares. Por su lado, la llamada hembra vigía –la de más edad– protege al grupo hasta el momento del apareamiento que les asegure la perpetuidad de la especie. En caso de presentir un peligro cercano, ella emite un sonoro ladrido que advierte a todo el grupo.

Cada macho brama de una manera muy particular y se diferencian unos de otros. Existe la creencia de que cuanto más ronco y largo es el bramido, más viejo es el ciervo, pero a decir verdad… muchas veces en el monte pampeano se escucha bramar de esa forma a un ejemplar joven. Aproximadamente 40 días después del inicio de la brama, el ciervo colorado retorna a su solitaria existencia en el caldenal pampeano. Y un nuevo ciclo comienza.

Evolución del máximo atractivo

La mayor atracción de este majestuoso animal la constituye su cornamenta. Y al igual que la mayoría de los cérvidos, los machos son los únicos que la tienen.

La primera cornamenta se desarrolla a partir del año o año y medio de edad, siendo generalmente dos varas sin ramificar, por lo que se conoce a esta categoría como varetos. Algunos ejemplares con gran potencial pueden presentar ramificaciones ya en su primera cornamenta.

A medida que avanza la edad del ciervo, sus astas muestran un mayor grosor y desarrollo, pero ambas características están afectadas por diversos factores, como la calidad genética y la alimentación.

El crecimiento de la cornamenta no es constante, se estabiliza alrededor de los ocho o nueve años, para luego –a partir de los once o doce años– comenzar la regresión.

Nota completa publicada en la edición 533 de revista Weekend, febrero 2017.

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Pablo Crespo

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