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PESCA | 04-01-2017 08:14

Salmones plateados

Una región del país vecino en la que reina el gran salmón chinook y su inolvidable pelea. Todos los detalles para disfrutar su pesca.
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El Calzoncillo es un remolino enorme, un pozón que semeja un lavarropa gigante en modo centrifugado. Los viejos lugareños lo bautizaron “el quita calzón” y con el tiempo devino en simple calzoncillo. Que de simple no tiene nada: la cantidad de corrientes y contracorrientes que se dan en ese torbellino de aguas color esmeralda es cosa seria. Con Rufino Jurado y Roberto Macias como guía habíamos fondeado casi en el corazón del gran círculo, en uno de los lugares arremansados de ese pandemónium de torrentes, burbujas, rompientes y chorros. “Tirá ahí, al agua blanca, y dejá que la corriente te estire y acomode la línea para empezar a recoger”, le indicó Roberto a Rufino. Apenas empezó la recogida sobrevino el golpe, un impacto como el de un tronco. Pero no, se trataba de algo vivo, dinámico, fuerte y enérgico. Clavada, y a pelear con el gran salmón chinook (Oncorhynchus tshawytscha). Por fortuna, el pez se mantuvo dentro del gran pozón y no hizo falta levantar el ancla para seguirlo en una arremetida río abajo o río arriba, situación bastante frecuente con estos veloces nadadores. Después de largos minutos y desde lo profundo, una silueta descomunal dejó ver todo su flanco plateado en la primera pasada por debajo del bote. Más acostumbrados a la pesca de truchas en este tipo de paisajes y aguas, ver semejante bestia pujando por zafar nos conmovió y nos tuvo en vilo hasta que finalmente pudimos reducirlo e izarlo y vivir la emoción de tener en las manos un chinook bien plateado, sano, vigoroso, pleno y bien grande. Tan grande como la emoción vivida. ¡Una belleza!

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Estábamos pescando en el tramo final del río Puelo chileno, a pocos kilómetros de su desembocadura en las aguas saladas del Pacífico. Hacia allá habíamos viajado invitados por Piccino Gemma y Rubén Crisosto, y acompañados por un entusiasta y heterogéneo grupo de amigos pescadores.

Un rival duro de vencer

El relato de más arriba corresponde a uno de los salmones que capturamos en nuestra estancia en el confortable y estratégico Posada Puelo Lodge. La alegría se vio magnificada porque no es sencillo tentar, con un supuesto bocado, a un salmón que ya no se alimenta, ni se alimentará más en su vida. Un pez que se encuentra remontando el río desde el mar en plena migración reproductiva para posteriormente morir, lo que se conoce como condición semélpara (reproduce una sola vez y muere).

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Hay que apelar entonces a otros recursos como la irritación o a algún viejo reflejo condicionado de alimentación para hacerlos tomar un señuelo, una cuchara o una mosca. Lo que implica pasarles el engaño lo más cerca posible de las fauces. Y en esta época, cuando no se ha llegado al pico de remonte que ocurre recién por febrero de cada año (hay más cardúmenes en el río), la cuestión se hace algo más dificultosa y requiere de mayor dedicación, paciencia, perseverancia y mucha observación, ya que se suele notar la presencia por saltos o lomeos, y ahí hay que redoblar los intentos. Como con tantos otros grandes desafíos de la vida se trata de jugar un pleno, a un todo o nada. La contrapartida es que de septiembre en adelante, cuando comienzan las primeras corridas, los salmones están muy potentes. Bien plateados, sanos, comenzando su viaje final con toda la nutrición que les proporcionó el océano en su fase marina. Eso hace que revalorice el “lo que cuesta vale”.

Entre los pescadores locales lo habitual es usar varas de 6 pies (1 pie: 0,304 metros) de 30 a 70 libras (1 libra: 0,453 kilos) de potencia, con reeles frontales cargados con multifilamento de 40 libras. En nuestro caso usamos cañas de bait cast y spinning de 6 a 7 pies y de 12 a 18 libras de poder, con reeles cargados con multifilamento del 0,23 al 0,26. Las sensaciones de pesca y las emociones se magnifican así con esos colosos en la correntada.

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Utilizamos varios artificiales, pero los señuelos que mejor rindieron en esta ocasión fueron el Brad’s Magnum Wigglers de 21 gramos, los Caimanes K 11 Luhr Jensen y Spinners Falcon Claw de 33 gramos, fáciles de lanzar y que hunden rápido. En cuanto a equipos de mosca, lo recomendado es un #10 con reel con buen freno y capaz de alojar la línea más unos 200 metros de backing al menos, cargado con línea de hundimiento rápido, líder corto terminado en tippet de fluorocarbono del 0,35 y moscas voluminosas, coloridas y bien lastradas para que lleguen rápido a la profundidad de los pozones, donde están los grandes peces.

Está permitido el trolling en este ambiente y se puede practicar con señuelos y cucharas, lo que hace que aficionados que no tienen la experiencia o la destreza del lance puedan medirse con un pez de categoría trofeo del otro lado del sedal.

Pero no todo es salmón en Puelo, originalmente y antes de la irrupción de las primeras remontas allá por el 2000 debido a fugas de pisciculturas, el Puelo era un excelente río truchero. Y además tiene chinooks nacidos en el agua dulce y en su primera etapa de vida la dieta consiste principalmente de insectos de la familia díptera y ephemeróptera. Así que no hay que dejar de llevar un equipo de mosca # 6 para despuntar el vicio con marrones (farios, al decir de los chilenos), arco iris, chinooks juveniles, salmones encerrados y hasta róbalos que vienen del mar y se adentran a alimentarse al agua dulce en la pleamar.

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Moscas y dropper

Estrímeres como Woolly Buggers y sus variantes, Egg Sucking Leech (muy buena mosca a partir de marzo cuando ya hay huevas de salmón en los lechos de grava), Matuka, Zonker y otras de buena silueta andan bien montadas en anzuelos #4, #6 y #8. También grandes ninfas nadadoras con patas de goma (rubber legs) y ninfas como Prince, Hare’s Ear y Phesant Tail no deben faltar en la caja, además de secas como Adams, Quill Gordon, Goddard Caddis y grandes Dragon Fly y Chernobyl Ant.

Otra chance que da el Puelo es la de pescar con dropper (modalidad permitida). Es decir, con dos moscas, una seca y una ninfa. La seca hace las veces de mosca y de indicador de pique, y la ninfa viene derivando por debajo de la superficie colgada de la seca. Muy interesante y muy efectivo para aguas someras o donde previamente se ve que hay actividad de truchas.

La precaución que hay que tomar es no visitar la región luego del 20/12 y hasta el 20/1 aproximadamente, y no por la pesca o el clima, sino porque no es buena época por la irrupción de los tábanos coliguachos que hacen su aparición en ese período cada año.

Dejamos Chile esta vez con ganas de volver por algunas revanchas personales, salmones que se desprendieron durante la pelea, otros que en el último salto escupieron el señuelo o que cortaron una línea de mosca. Vivencias de la actividad que lejos de desanimar al pescador lo nutren, le enseñan y le alimentan las ansias de seguir pescando.

Nota completa en la edición 532 de revista Weekend, enero 2017.

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Alejandro Inzaurraga

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