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TURISMO | 27-09-2016 13:15

Te invitamos a conocer Iquitos

Un maravilloso recorrido a través del corazón del Amazonas. Galería de imágenes.
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Desde la cubierta del barco, los sonidos de la selva resultan siempre fascinantes. Muchas veces no son fáciles de identificar y uno puede confundir el chillido de un mono ardilla con el canto agudo de una garza o el gruñido vacilante de una nutria gigante. El misterio de lo que está más allá es una parte esencial de la navegación del Acqua Amazon, un crucero de lujo que recorre parte de la región amazónica peruana siguiendo no sólo las aguas legendarias del Amazonas sino también las del Ucayali, uno de sus principales ríos tributarios.

Con capacidad para tan sólo veinticuatro pasajeros, la muy exclusiva embarcación lleva a cabo navegaciones de hasta una semana que incluyen desembarcos regulares en la jungla. Gran parte de estos desembarcos se realizan en Pacaya Samiria, una muy vasta reserva nacional ubicada en una de las zonas de mayor biodiversidad del Amazonas. Con una superficie de más de veinte mil kilómetros cuadrados, Pacaya Samiria es la mayor reserva de todo el Perú y allí conviven más de un millar de especies de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios. Un enorme santuario de fauna en el que abundan manatíes, delfines rosados, jaguares, lobos de río, perezosos, venados colorados, monos choros y también el paiche, el pez más grande de la región amazónica que llega a superar los tres metros de largo.

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Itinerarios

El viaje del Acqua Amazon comienza en Iquitos, una ciudad de medio millón de habitantes cuyo nombre está inequívocamente emparentado con las historias convertidas ya en leyenda de aquella época en la que muchos europeos llegaban hasta allí para hacerse ricos con la explotación del caucho, en el epílogo del siglo XIX. De esos tiempos de gloria quedan aún numerosas casonas desparramadas por el centro de la ciudad, entre las que sobresale una construida enteramente en hierro que fuera edificada por el ingeniero francés Gustave Eiffel, el mismo que levantara la famosa torre que es símbolo inmortal de París. Esa casa, que perteneció a un cauchero boliviano llamado Baca Diez, es hoy un monumento histórico nacional. No lejos de esa casona se encuentra el puerto desde el que parte el Acqua Amazon, que lleva a cabo navegaciones de tres, cuatro y hasta siete días que en todos los casos llegan hasta la naciente misma del río Amazonas, en la unión de las aguas del Ucayali y el Marañón. Estar de cara a esa descomunal unión de ríos es una de esas maravillas que jamás se olvidan.

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Sin dudas, el itinerario de siete días resulta el más espectacular. La diversidad de sitios que alcanza el crucero en esa semana de navegación permite combinar el deslumbrante atractivo de la naturaleza amazónica con visitas a varias de las comunidades originarias que habitan en la región. Tras salir de Iquitos, el Acqua Amazon comienza ese recorrido de una semana explorando las aguas oscuras del Tahuayo, un afluente del Amazonas en el que suelen observarse decenas de pescadores en diminutas canoas. Orilladas al cauce estrecho del Tahuayo se asoman grandes arboledas en las que pueden observarse golondrinas, aves canoras tropicales, mirlos, halcones de cuello negro, varias especies de monos y también grandes perezosos. En lanchas pequeñas, se navega por ese río durante un par de horas hasta llegar al lago Charo, un sitio invadido de voraces pirañas que llegan a medir hasta treinta centímetros de longitud. Tomando ciertas precauciones, es posible zambullirse en el agua tibia del lago y nadar durante un buen rato rodeado por el croar de los cientos de ranas que se amontonan en las orillas, especialmente en los atardeceres.

Iguanas y delfines

Las Islas Yacapana constituyen el siguiente mojón trascendente de la navegación. Miles de iguanas habitan en este lugar, tantas como para que los lugareños llamen a las Yacapana como las Islas de las Iguanas. Rodeando las costas de las Yacapana es posible observar delfines colorados a los que los pueblos amazónicos conocen como bufeos colorados. Una vieja leyenda cuenta que estos bufeos son en realidad engañosos duendes de la selva que conquistan el amor de mujeres jóvenes y bellas para arrastrarlas con ellos a la profundidad de los ríos amazónicos.

Pacaya Samiria

Tras tres días de navegación, el Acqua Amazon ingresa en los lindes de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, conocida popularmente como la Selva de los Espejos por el espectacular reflejo de la vegetación que permiten las aguas oscuras de sus ríos y lagos. El contacto inicial con esta soberbia reserva resulta el prólogo perfecto para lo que aguarda en la mañana siguiente, antes del amanecer, cuando el crucero llega a la unión del Ucayali y el Marañon, el punto exacto en que nace el río Amazonas. Desde cubierta, iluminado por los primeros rayos del sol, las aguas amazónicas comienzan allí un larguísmo recorrido de casi cinco mil kilómetros que concluirá en el océano A-tlántico, frente a las costas de la ciudad brasileña de Belem.

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Luego, otra vez en lanchas pequeñas, se navega hasta Puerto Miguel, un poblado cuyo centenar de habitantes desciende directamente de las etnias que habitaron originariamente esta región del noreste peruano. Viviendas de madera y pajas, artesanías labradas en palo rosa, rostros cobrizos y decenas de sonrisas francas son las postales que pueden encontrarse en cada rincón de Puerto Miguel, desde donde luego se sigue el recorrido hasta un recodo del Ucayali en el que se amontonan enormes cantidades de ejemplares de Victoria Regia, un gigantesco lirio que es considerado la planta acuática más grande del mundo.

Buscando caimanes

Los últimos dos días de navegación amazónica permiten conocer el lago Yanayacu y el río Pacaya, uno de los dos cursos de agua que le dan su nombre a la Reserva Pacaya Samiria. Serpenteando entre una geografía de selva densa en la que el sonido de los monos aulladores resulta ensordecedor en los atardeceres, el Pacaya conduce al Acqua Amazon hasta Yanayacu, un enorme lago cuyas aguas oscuras están siempre repletas de grandes caimanes que en algunos casos llegan a medir hasta tres y cuatro metros de longitud. Con la luz blanca de las linternas y desde el silencio de largas canoas empujadas únicamente por remos, la búsqueda de los caimanes se hace tras el crepúsculo, ya con las primeras oscuridades de la noche. La última cena sobre el crucero, una vez regresados de la búsqueda de los caimanes, sirve para empezar a decirle adiós a la travesía de siete días sobre las aguas amazónicas. En la mañana siguiente, el lujoso Acqua Amazon echa amarras en el puerto de Iquitos, el mismo en el que comenzara la navegación. Y entonces, la selva profunda y el vasto río quedan definitivamente atrás, como recuerdos de esos que difícilmente puedan alguna vez olvidarse.

Nota publicada en Weekend 528, septiembre de 2016, ¡buscala en tu kiosco más cercano!

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Carlos Albertoni

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