Aterrizamos en Maun, Botswana, en un pequeño aeropuerto y luego partimos hacia la laguna Guma. Llegamos llenos de esperanza, para descubrir la pesca del Delta del Okavango. Como beneficio adicional, nos habíamos propuesto a nosotros mismos un objetivo secundario: capturar la mayor cantidad de especies nuevas, lo que representa un desafío habitual para los pescadores que visitan esta región.
El calendario fue preparado por Guy, el dueño de la casa de campo. Pasamos las primeras noches en el establecimiento para poder pescar en los alrededores antes de comenzar la expedición de varios días en el delta silvestre.
La jornada inicial nos permitió analizar el campo de batalla. Desde el campamento base, a unos cuarenta minutos en barco se llega al río principal. Un ejército de cocodrilos, cuyas corazas brillan en el sol, protege las playas de arena respaldados por los gigantes del delta: los hipopótamos. El barco se detuvo y nuestro anfitrión nos marcó la presencia de pastizales, lugar ideal para cebar en busca del pez tigre.
Los primeros intentos
El guía nos recomendó un sector para lanzar los señuelos. El fondo era suave y arenoso. Estábamos cautivados por la belleza de cada rincón, pero en términos de pesca este primer día no quedará grabado en nuestras memorias. Tuvimos muchos ataques, pero no logramos obtener ninguna captura.
Los peces tigre son en buen grado carroñeros y se los seduce con cebo vivo, por lo tanto es una pesca muy productiva y entretenida. La contra que encontramos en este sitio es que hay muchos piques falsos, producto de pequeños peces mordisqueando el cebo de forma permanente y engañando hasta al más hábil de los pescadores.
Por la noche en el campamento, unos experimentados aficionados alemanes se unieron a nosotros para la cena. Luego de escuchar el relato de nuestra pesca del día, nos proporcionaron algunos consejos. Estos pequeños detalles nos ayudarían con la pesca durante el resto del viaje.
Los siguientes días fueron consagrados a la búsqueda de huellas como si estuviéramos cazando en lugar de pescar. Las aves proporcionan valiosas pistas, así como los debates con los otros pescadores. Hubo un día memorable en el que tuvimos una fiesta de piques. Fue cuando descubrimos un conglomerado de bagres.
Las aves (garzas y cormoranes) se habían movido en buena cantidad para participar en la fiesta, lo que nos indicaba que había muchos peces en la zona. Se observaba una maraña furiosa de colas de pescado, y en la confusión general pudimos ver un gran número de bagres pequeños formando un estrecho corredor y persiguiendo la carnada que tanto codiciaban.
Nota publicada en Weekend 527, agosto de 2016.
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