Thursday 28 de March de 2024
SITIOS EXTERNOS | 06-05-2014 11:13

190 kilómetros por el Alto Paraná

Travesía de pesca entre Ituzaingó e Itatí por el Río Paraná. Gran diversidad de especies, todas capturadas con moscas. Una aventura realmente inolvidable. Nota con video.
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Cuando César Palma y Roberto Galbarini me plantearon la posibilidad de flotar durante seis días pescando desde Ituzaingó hasta Itatí, un centelleo me recorrió la médula. De alguna manera se materializaba un sueño muy anhelado: disfrutar del Alto Paraná de la manera más profunda, salvaje e íntima posible. Esta expedición, que cubría unos 190 kilómetros por agua, perseguía varios objetivos. En primer lugar, poner a prueba, debido a su complicada organización, si podía ser ofrecida al público pescador. A la cosecha de experiencias, fotos y notas de esta coproducción argentino/brasileña, se le agregaba la realización de un filme. Edevar Zorrer capturó escenas realmente inéditas, con todo el potencial para transformarse en un video de culto. Otro punto a destacar fue el grupo humano que se formó, que con entereza y una excelente actitud contribuyó al éxito del viaje. Imposible no destacar la generosidad de Roberto, que sacrificando muchas horas de pesca fue una pieza fundamental en la logística de tierra.

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Plenitud a la intemperie

Lo sucedido excede cualquier descripción en un espacio tan breve. Un concatenado de experiencias que dieron forma a una aventura inolvidable, a la altura de lo más intenso que me tocó vivir en el Caribe, Patagonia o el Amazonas. Cómo olvidar esos campamentos en la nada misma, con la Vía Láctea como techo. Esa selva llena de vida y misterio, que fue nuestro hogar por una semana. Los diálogos nocturnos alrededor del fogón, que desnudan el alma de los hombres. Esa intensa sensación de descubrimiento y soledad, en rincones donde muy pocos mojaron una mosca. Las caminatas por bancos y arenales, vadeando entre adormilados cardúmenes de sábalos. Las cacerías de dorados, los sonidos del monte, o bucear con los peces en aguas cristalinas. El aullar de los carayás, la atropellada del carpincho, o los ojos rubí del yacaré alumbrados en la oscuridad. Los guisos al disco, o las palometas fritas con mandioca, riquísimos en la rusticidad de la intemperie. Y por supuesto la pesca, que dio portentosos trofeos que quedarán grabados a fuego en nuestra memoria.

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Nota publicada en la edición 500 de Weekend, mayo de 2014. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al tel.: (011) 4341-7820 / 0810-333-6720. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

06 de mayo de 2014.

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Diego Flores

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