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PESCA | 04-02-2013 13:18

Cochicó renació con todo

Los grandes pejerreyes de ese cuerpo de agua volvieron a aparecer, luego de las intensas lluvias en la zona. Galería de imágenes.
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Uno de mis espejos favoritos para pescar el pejerrey es, sin lugar a dudas, el lago de Cochicó, ubicado en Guaminí. Hace cuatro años atrás, en ese mismo lugar, pescábamos con el éxito casi asegurado, ya que no fallaba.

Pero hace un par de años, sin embargo, empezó a perder caudal de agua y la pesca mermó muchísimo, hasta que se extinguió. Me invadió la tristeza al comprobarlo durante mi última visita, a finales de 2011. La villa parecía un pueblo fantasma, puesto que la mayoría de las familias se vieron obligadas a emigrar en busca de nuevas alternativas turísticas, pues el espejo era su fuente de trabajo.

En mi visita de 2011, junto a Sergio Taha recorrimos la laguna Alsina, capturando una importante cantidad de pejerreyes, pero ninguno de buen porte. Al terminar esa salida quedamos en que si Cochicó recuperaba el caudal y volvían las codiciadas flechas de plata, queríamos tener la primicia.

Lluvias bienvenidas

Es como todo en la naturaleza: te quita, pero también te da. Durante el invierno y primavera de 2012, las copiosas lluvias registradas en la zona produjeron graves inundaciones. Los ríos y arroyos arrastraron gran cantidad de agua, lo que elevó bastante la cota de la laguna Alsina, a tal punto que la compuerta desbordó. Fue así que el lago de Cochicó creció más de 2,50 m, llevándolo a revivir sus épocas doradas, con agua clara y limpia.

Estaba en la ciudad de Mar del Plata cuando, poco antes del 1 de enero, sonó el teléfono. Era Sergio Taha para adelantarme la esperada primicia. Y tal como lo habíamos prometido, planeamos volver. Según me contó esa noche, en una salida entre amigos pescaron más de 76 pejerreyes de muy buen tamaño, entre 400 y 600 g, probando al garete, con brazoladas cortas. Sin embargo, me aclaró que si bien ese día hizo frío y corría algo de viento, las jornadas que le siguieron fueron cálidas y sin una gota de viento, algo que complica la pesca.

Acepté la invitación de inmediato, y acordamos para mediados de enero. A pesar de que no es la mejor época para la pesca del pejerrey debido a las altas temperaturas, emprendimos la difícil tarea de intentarlo. Así fue que temprano, aquel 13 de enero estábamos preparados para afrontar el lago de Cochicó, donde Sergio tenía la embarcación lista para aprovechar el fresco de la mañana.

Eran apenas las 7:30 y ya surcábamos el espejo en busca del punto de pesca. El aire era frío, con viento del sector noreste, aunque fue la claridad del agua lo que llamó la atención. La idea era pescar al garete, con el ancla arrastrando por el fondo, para que la embarcación no avanzara muy rápido. Se debe acortar la cuerda para hacer que el bote vaya más rápido, o alargarla si queremos reducir la velocidad.

Ni bien las líneas tocaron el agua y antes de que se cumplieran cinco minutos, Sergio y Eduardo habían capturado dos hermosos pejerreyes. Esto nos hizo suponer que tendríamos una excelente jornada, pero los dientudos nos jugaron una mala pasada. A partir de ese momento las boyas no paraban de bailar, los dobletes y tripletes eran comunes y no le daban tiempo de comer al pejerrey, ya que le arrebataban la carnada.

Decidimos cambiar de lugar, las costas del Nilo y Don Otto fueron las elegidas, pero no muy cerca, ya que con la cantidad de dientudos se hacía imposible pescar. La carnada no duraba nada, era agotador tanto cañar en falso. Pero tras muchas pruebas dimos con la tecla: la clave estaba en la carnada.

Encarnando con filet de dientudo bien cortado y pequeñas mojarritas era inútil: los dientudos nos pelaban los anzuelos inmediatamente.

Entonces cambiamos, y preparamos la carnada como si estuviésemos pescando tarariras. Cortamos el dentudo, sin sacarle las escamas, en tres partes: cabeza, cuerpo y cola. De esa manera la carnada nos duraba más en el anzuelo, y era difícil que los dientudos llegaran a clavarse.

Sube y baja

Debido a que la pesca era al garete, dejábamos derivar la línea lo más lejos que se podía de la embarcación. Pero la dificultad radicaba en que nos costaba ver las boyas, ya que teníamos el sol de frente. La solución fue tener el nailon sobre el dedo, sosteniendo y aflojando para que los anzuelos fueran haciendo un juego de sube y baja. Y cuando el nailon se tensaba rápidamente, pegábamos el cañazo. En ese instante el agua, allá lejos de la embarcación, explotaba.

El tamaño de los pejerreyes era muy bueno, aunque con la característica de ser cortos y anchos. Todos los ejemplares dieron fuertes peleas y ninguno bajó de los 38 cm, incluyendo varios dobletes, sin importar la temperatura en ascenso del agua.

La línea utilizada fue un modelo diseñado por el guía Sergio Taha, que la gente del lugar conoce como versátil. Se trata de un aparejo de 2 o 3 boyas, de acuerdo con el largo de la caña que utilicemos. La boya que funciona como puntero, lleva una brazolada de aproximadamente 80 cm, con 2 o 3 anzuelos atados sobre el mismo nailon. El detalle a tener en cuenta es que estas brazoladas no tengan plomito, de lo contrario éste funcionará como ancla, frenando el garete de la línea y, por lo tanto, no pescará.

Se aconseja que los anzuelos sean grandes, de tamaño mínimo de 1/0 o 2/0, ya que debido a la cantidad de carnada que tendremos que poner, taparíamos la punta de un anzuelo chico.

Vuelta a la vida

El lago Cochicó nos sorprendió no sólo por la gran cantidad de agua que tenía, sino también por comprobar que la villa volvió a la vida. Cientos de turistas la visitan cada fin de semana para aprovechar las aguas cálidas del espejo. Este lugar cuenta con una variada oferta de servicios, que incluye cabañas, alquiler de embarcaciones, bajada de lanchas, hoteles, gastronomía de todo tipo y muchas otras atracciones más.

Si bien la pesca deportiva es uno de los mayores imanes de esta zona para los aficionados avezados, los más pequeños podrán entretenerse capturando dientudos desde costa con boyita. Esperemos entonces que la madre naturaleza y las autoridades que protegen este espejo de agua estén alineadas en mantener el recurso, y así se pueda seguir disfrutando este particular ámbito, un verdadero clásico de la pesca del pejerrey.

Nota publicada en la edición 485 de Weekend, febrero de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Alvarito .

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