Bien podríamos responsabilizar de necesitarlos a los cortes de luz –constantes, sorpresivos y duraderos–, pero también debemos echar mano de ellos por la ausencia de infraestructura eléctrica en diversos ambientes aislados o alejados de la red, como cascos de estancia, cabañas, casas de descanso o campings.
Hablamos, por supuesto, de los generadores eléctricos o grupos electrógenos de uso hogareño que nos permitirán contar con un mínimo de comodidades gracias a electrodomésticos tales como TV, heladera, microondas, estufa o aire acondicionado e iluminación, además de otros más pequeños, como radios, multiprocesadores de alimentos, routers, consolas de juegos, etc.
Pero para ponernos en situación, definamos qué es un grupo electrógeno. Básicamente, se trata de un motor generador de energía eléctrica. Los hay de uso industrial y comercial, normalmente trifásicos, es decir que generan una tensión de 380 voltios, y hogareños, con tensión de 220 voltios. Los de uso particular, en motores de 2 o 4 tiempos, utilizan nafta o diésel como combustible, siendo la primera la más difundida por el costo del equipo, ya que el diésel, por oneroso, tarda mucho más en amortizarse si no se lo emplea en forma permanente.
Tipos de equipos
Hay dos clases de grupos electrógenos para uso particular: los llamados convencionales, y los más avanzados denominados “inverter” o “invertidores”. La diferencia entre ellos es que los inverter están diseñados para ofrecer una tensión de salida muy estable y similar a la suministrada por la red eléctrica (técnicamente se conoce como control de modulación por anchura de impulsos, o PWM), lo que no sucede con los electrógenos convencionales. Por eso son los indicados para proteger electrodomésticos cuando el uso del generador es continuo. Otra ventaja de estos modelos es su alto nivel de reducción de ruido en funcionamiento, poco peso y volumen, y bajo consumo de combustible.
De la correcta relación entre cantidad y tipo de aparatos eléctricos alimentados con un determinado generador, tendremos una eficiente entrega de energía, cuidado de la vida útil de los electrodomésticos y del equipo, y correcto consumo de combustible. Para determinar qué grupo electrógeno es el que más se adecua a nuestra necesidad, debemos efectuar algunos cálculos.
Primero el de consumo de energía durante el arranque, es decir que mediremos el nivel más alto de consumo de energía de cada producto eléctrico al encenderse, porque en ese momento los electromecánicos (heladeras, ventiladores, aire acondicionados) consumen hasta tres o cuatro veces más de energía que durante el funcionamiento normal: por ejemplo, un aire acondicionado que ya en marcha consume 1 kW (1.000 W), cuando arranca precisará unos 3 kW. Y una heladera que en funcionamiento demanda 200 W, al encenderse lo hace consumiendo unos 600 (ver tabla en la página siguiente).
Cifras estimativas
Si en las especificaciones del aparato no figura el dato, conviene duplicar y hasta triplicar aquel que se indica como de consumo constante. A modo de referencia, 1 HP consume 760 W. Los ventiladores de techo rara vez tienen más de 1/4 HP; las heladeras 1/3 HP; y los aire acondicionados hogareños, 1,5 HP.
Este cálculo es fundamental para saber qué potencia nominal (watts) necesitan en funcionamiento los aparatos a tener conectados, resultado que nos dirá la potencia relativa en kilovatios (multiplicar los watts obtenidos por 0,736 y contrastar la cifra con la ficha técnica del grupo).
Pero hay un dato más a tener en cuenta: cuando compremos el equipo, tendremos que optar por uno que nos permita mantener un margen mínimo del 10 por ciento sobre la potencia calculada para que no trabaje al 100 por ciento de su capacidad (evaluar la posibilidad de apagar unos equipos para encender otros; por ejemplo, desenchufar la heladera para conectar el microondas, de esta forma, optimizamos recursos y dinero, porque no hará falta un grupo tan grande).
Dónde ubicarlo
Por funcionar con nafta o diésel, los generadores emanan gases nocivos como los automóviles. Por eso su ubicación en la casa responde a normas de seguridad, como la de mantenerlo en espacios ventilados, alejados de rejillas de respiración, ventanas y puertas, también de espacios exteriores de estar, como jardines o patios.
Es importante colocarlos de modo que los vientos alejen los gases de la casa. Por último y en función del confort, conviene mantenerlos en un sitio donde el ruido del motor no sea molesto, pero que a su vez resulten sencillos de encender, porque si hay que trasladarlos cada vez que se corta la luz, por el peso (unos 50 kg) se lo pensará dos veces, y esa no es la idea.
En cuanto al consumo, en promedio, los grupos electrógenos domiciliarios nos dan una autonomía próxima a las ocho horas de funcionamiento con un tanque de nafta, de capacidad, por lo general, de hasta 12 litros (consumo aproximado 1,5 l/h, según la demanda de energía). No es aconsejable guardarlo durante mucho tiempo con combustible remanente en el tanque. Es preferible tener bidones con nafta fresca y recargar según la necesidad, siempre con el motor apagado y frío.
Por tratarse de un equipo sensible del que además dependerán otros tantos aparatos tan delicados y caros como él, el asesoramiento con un vendedor es vital para dar con el modelo acorde y, una vez adquirido, seguir las recomendaciones del manual para conectarlo y efectuarle el mantenimiento periódico necesario.
Nota publicada en la edición 484 de Weekend, enero de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
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