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CAMPING | 20-12-2012 14:53

Casas rodantes: otra forma de acampar

Qué buscar a la hora de analizar un modelo. Ventajas y características de cada uno de ellos, para salir de forma segura y conveniente. Galería de imágenes.
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Los que tienen unos 40 o más años, seguro recordarán que en los años felices de su infancia era muy común ver en el barrio hermosas casas rodantes estacionadas en la calle o sobre la vereda, atadas a un árbol con una cadena. También resultaba constante verlas arrastradas por un auto o camioneta, por avenidas y rutas en viaje hacia un destino que vaya a saber dónde sería, pero que a uno se le antojaba fantástico y hasta envidiable.

Que papá tuviera una rodante era un verdadero sueño. Sin embargo, la presencia de las casillas de tiro en calles, avenidas y rutas con los años se fue diluyendo hasta casi desaparecer. Las pocas que quedaban ya eran modelos viejos, en muchos casos desvencijados. En su lugar, los motorhome y los campers ganaron terreno aunque sin alcanzar la masividad de las rodantes. De todos modos, el tiempo también se encargó de ir aplacando su auge.

La buena noticia para los fanáticos de esta modalidad en viajes es que las queridas casas rodantes están de regreso. En los últimos años, de manera lenta pero sostenida, el mercado de las casillas de arrastre cobró impulso “por los costos que significa irte de vacaciones con la familia y pagar hotel o cabaña por día, comidas, micros o aéreos que hoy están carísimos, pero también porque en nuestro caso preferimos vivir una experiencia más natural, libre y diría que hasta aventurera”, afirma Ezequiel Altamirano, quien compró hace seis años una rodante de cuatro metros en la que viaja junto a su esposa Paula y sus hijos Nicolás, de 9 años, y Martina, de 7. “Aca no nos falta nada –asegura Paula–: cama, baño y ducha, cocina, y estamos cómo y dónde queremos”.

Falta de estructura y servicios

De cualquier manera, no todo es tan cómodo como parece. Ezequiel lo reconoce y Hugo Morrone –otro usuario–, lo confirma: “En el país tenemos un gran inconveniente con la estructura para recibir tanto las casas rodantes como a los motorhomes”.

Ambos rodanteros hacen referencia a la casi total falta de servicios en prácticamente todos los campings del país: “No siempre reciben rodantes, y los que lo hacen no tienen servicios acordes, sólo un área donde te dejan estacionar, pero la estructura para la electricidad y la descarga de baños no existe”, destaca Hugo, jubilado y socio del Ranchomóvil Club Argentino, entidad que agrupa a muchos rondanteros y organiza reuniones y salidas permanentes de fin de semana, y caravanas en vacaciones de verano e invierno.

Aun así, Ezequiel no cambia esta forma de vacacionar: “Tampoco representa un gran inconveniente, luz vas a tener igual conectándote a algún toma, la tele vas a poder verla, y si te vas al medio del campo o a una montaña, con linternas y los faroles de led de hoy en día te arreglás bárbaro, sin ningún problema”.

Son unas cuantas las fábricas nacionales de rodantes. Y según nos confirmaron telefónicamente, tienen en la actualidad gran demanda de pedidos. Como en todo, el precio es el indicador más importante –aunque no el único– de la calidad del producto. Desde el Ranchomóvil Club Argentino, Mario Agostino señala que para comprar una casa rodante se deben chequear aspectos como “el piso que obligatoriamente debe ser de terciado fenólico, impermeabilizado; que las paredes tengan aislación térmica entre la chapa exterior y el recubrimiento interno; la calidad del mobiliario y su fijación, las terminaciones interiores y exteriores, la instalación eléctrica; que la casilla tenga frenos y, no menos importante, que los remaches, tornillos y bulones estén bien colocados”.

Esta última observación tiene motivos: “No sería la primera vez que los remaches fallan con el ajetreo del uso y la carrocería se afloja toda o termina volando con los sacudones y el viento”, explica. No de inferior importancia es la confección del chasis, lanza y elásticos (ver recuadro).

Como lo barato sale caro, al comprar una casilla nueva o usada hay que asegurarse de tener su certificado de construcción. Al igual que en los autos, la casa rodante debe contar en la lanza con el número de chasis, uno de los requisitos para circular legalmente por las rutas que, junto a la factura de compra, la licencia de conducir en categoría acorde al peso de la casa rodante (la B2 es la mínima, para casillas de hasta 750 kilos de peso en seco), el seguro y el patentamiento de la unidad (el número 101 se antepone en la chapa a la patente del auto), son suficientes incluso para ingresar en cualquiera de los países limítrofes.

El tema del seguro es bastante delicado en la actualidad. No todas las compañías aseguran rodantes, motorhomes o campers, y la ley exige que sea en la misma en la que uno tiene asegurado el auto o la camioneta. Las que lo hacen son bastante quisquillosas para emitir la poliza.

Pudimos comprobarlo llamando a las más importantes del rubro, aunque en el Ranchomóvil Club Argentino el trámite se facilita bastante: “El club tiene convenio con una de las empresas y nuestros socios pueden asegurar su rodante, motorhome o camper sin problemas”, destaca Hugo.

 

Camionetas, la mejor opción

La experiencia de Hugo en casas rodantes se remonta a 1973, cuando compró su primera casilla. “Desde entonces tuve varias, menos durante unos pocos años que usé un motorhome que me vendieron por muy poca plata, pero hace unos meses lo vendí y volví a la rodante”, cuenta. Y agrega: “Con mi esposa, que me acompaña a todos lados, la preferimos porque nos da más libertad para hacer excursiones. Si tenes que ir por zonas en las que se complica, la desenganchás y seguís con el auto o la camioneta”.

Con respecto al vehículo ideal para arrastrar una casilla, Mario afirma que con los autos actuales lo mejor es contar con una camioneta: “Ya no hay más Falcon, Torino, de esos autos de mucha potencia que podían tirar sin drama. La tendencia es que los motores sean cada vez más chicos, incluso con un 2.0 se complica si tenés una casa de 750 kilos y además cargada, o si vas por caminos de montaña donde hay que trepar”.

Los precios de las casas rodantes nuevas arrancan en $ 25.000 las más pequeñas, de entre 3,10 y 3,50 m, lo mínimo para alojar cuatro personas con comodidades básicas. Es un número importante como para comprar a riesgo de que la actividad no termine convenciendo a la familia. Por eso, hay fabricantes y concesionarios de nuevas y usadas que alquilan unidades, un sistema ideal para probar.

También, desde el Ranchomóvil Club Argentino proponen acompañar con auto propio a las caravanas que todos los meses se hacen a campings y recreos cercanos a Buenos Aires en salidas de fin de semana. Así se podrá descubrir la camaradería que existe entre quienes ya son amigos de tanto convivir bajo esta modalidad turística. Son no menos de 15 a 20 vehículos por salida los que se reúnen, y más de 30 cuando se organizan viajes de vacaciones. Y eso sólo con este club, otros del país reúnen números similares. Tanta gente, entonces, no puede equivocarse. Con la casa a cuestas se disfruta mejor.

Nota publicada en la edición 483 de Weekend, diciembre de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Pablo Caprino

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