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PESCA | 15-12-2012 15:13

Los lenguados de Mar Chiquita

Este pesquero sumamente rendidor, no nos defraudó en una nueva incursión. Las aguas dulces son hogar de lisas, corvinas, y negras de gran porte. Galería de imágenes.
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A partir de fin de setiembre los lenguados se hacen presentes en las embocaduras de las albuferas en busca de comida y para procrearse, alojándose en veriles y mimetizándose con el fondo arenoso en busca de alimento.

Mar Chiquita es uno de los destinos tradicionales para la pesca de esta especie. Con una extensión de 35 km de largo, en sus aguas alberga alimento suficiente para el lenguado. Cangrejos y pejerreyes son sus preferidos, pero también ataca señuelos y cucharas cuando pasan cerca de su apostadero. El lenguado convive allí con lisas y corvinas, algunas negras de gran porte.

Las aguas de Mar Chiquita son dulces, tributadas por arroyos, canales y lluvias que se mezclan con las del mar cuando crece. Además, en su suelo arenoso se forman gran cantidad de bochones, haciendo complicada la navegación.

El lenguado es un pez plano, de forma ovalada y simétrica. Pasa su vida prácticamente sobre el fondo. La parte que expone es de color marrón, que le sirve para mimetizarse con la arena. Y su flanco inferior es blanco. Tiene escamas muy finas, pequeñas y apenas visibles. Los ojos se hallan ubicados en la zona oscura de su cuerpo, y su boca es dentada y protráctil.

El peso promedio de extracción en esta oportunidad varió entre 1 y 3 kilos, pero en relevamientos anteriores sacamos portes mayores que llegaron a los 6 kilos, habiendo registros que indican que puede superar los 10.

Todas las modalidades

En Mar Chiquita se pesca al lenguado desde embarcaciones en movimiento troleando o anclado, con kayak anclado sobre veriles o de costa, generalmente metidos en el agua con waders para protegernos del frío y de los cangrejos que abundan en el fondo. Se usan líneas de una o dos brazoladas, armadas en nailon 0,50 mm de 0,70 a 1 m de largo.

Sobre la misma se empatilla un anzuelo N° 4 para que trabaje corredizo sobre el nailon, se remata con un triple N° 1 o 2 atado loco o fijo (es indistinto), y se le agrega una boya tipo aceituna chica, generalmente blanca, entre dos nudos corredizos: hace que la carnada se despegue del fondo evitando que los cangrejos la tomen. La de arriba se puede colocar sin boya, ya que generalmente viene más cerca de la superficie.

Se usan plomos chicos, de no más de 60 gramos y de forma alargada, para que al arrastrarla no levante mucha arena. Es importante que se usen esmerillones para atar las brazoladas, pues evitaremos que se retuerzan cuando la línea esté trabajando.

Otro tema muy significativo es la carnada. Se usa exclusivamente pejerrey, que debe ser fresco. Se encarna entero (los de un tamaño de entre 10 a 13 cm) o en filetes. La forma de encarnar es sencilla: en el anzuelo simple el pejerrey se enhebra por la cabeza, pudiéndose pasar por los ojos o también por la boca, pinchando el labio superior; en el triple se clava cerca de la cola. Para acomodarlo sobre la brazolada se estira, corriendo el anzuelo simple donde tenemos la cabeza. Una vez presentado se ata la cabeza con hilo elástico para que no se desacomode.

El filet se pincha en el anzuelo simple de piel a cuero y por la parte más angosta. Luego se estira y se pasa el triple dándole una separación de 13 cm. A continuación, se ata en el anzuelo simple, quedando la carnada ya lista para empezar la pesca.

Vicente Capola me estaba esperando en la bajada de embarcaciones en Mar Chiquita, frente al pesquero Dos Mares. Por mi parte, había viajado junto a Leonardo Giménez. Al encontrarnos, Vicente me hizo una reseña de las técnicas que emplearíamos. Trolearíamos en un primer momento hacia la boca, donde Leonardo se quedaría pescando de costa. La laguna estaba en creciente, marea nada recomendable para la pesca de costa, pero troleando tendríamos posibilidades.

Embarcado

Armamos el gomón impulsado por un pequeño motor ideal para este tipo de pesca, y subimos los equipos ya armados: cañas de no más de 3,00 m, reeles rotativos cargados con nailon 0,35 o multifilamento equivalente. Vicente usaría una línea de dos brazoladas y Leonardo de solamente una, que con los encarnes perfectos se pusieron en acción. Apoyamos las líneas en el agua, destrabando el reel para que se alejaran de la embarcación a una distancia de 25 m o más. Después se traba el reel y se empieza a trabajar la línea en busca de lenguados, con las cañas abiertas para que las líneas no se enredaran.

Vicente paseaba las carnadas por los veriles entre bancos de arena, que a esa hora de la mañana y en creciente estaban sumergidos. Y también lo hacía directamente sobre el fondo. La carnada tiene que pasar cerca de donde está apostado el lenguado para que la tome. Generalmente, se ubica en veriles contracorriente, esperando que la bajante arrastre los pejerreyes de la laguna hacia el mar. Ya había gran cantidad de aficionados tomando posición, aguardando la bajante. Además de wader, hay que llevar heladera para conservar la carnada, posacaña con gancho y un copo para poder levantarlo.

Las puntas de las cañas vibraban por efecto de la plomada. Vicente había tenido un toque que le desgarró el pejerrey de su brazolada más profunda. En un momento comentó que estábamos pasando por una zona buena y que prestáramos atención. Tenía razón: la caña de Leonardo se arqueó, por lo que la paró para clavar. Y despaciosamente lo fue acercando a la embarcación. Vicente ya tenía el copo preparado. Era un buen lenguado de unos 4 kilos, que entró de cabeza al copo. Todos festejamos porque sabíamos que la pesca estaba difícil. Rápidamente encarnó y volvió al troleo.

Rumbo a la ribera

En el trayecto hacia la costa tuvimos otros ataques pero sin suerte. Al llegar a la ribera desembarcamos y bajamos los pertrechos para la pesca. Ya el mar estaba bajando, por lo que nos aprestamos para intentar desde allí.

La técnica es diferente, ya que la línea se arroja corriente arriba hacia adelante, se la hace derivar en la correntada, se acciona la caña hacia atrás para que el aparejo se deslice por el fondo, recogiendo el nailon suelto al enderezar la caña. Esta acción se repite hasta que la línea aparece y vuelta a empezar. Generalmente, conviene colocarse donde comienza el veril, pues la línea por acción de la correntada se acuesta sobre el mismo y, con la caña hacia afuera, se la acciona sobre el veril. El comienzo de la bajante activó a los lenguados, cobrándose varios en ambas costas.

Con Vicente decidimos buscar otros pesqueros y nos dirigimos hacia el puente de Celpa. Es un muy buen lugar dado que el agua de la laguna que sale en bajante se encajona en el ancho del puente (alrededor de 50 m), y por ahí pasa gran cantidad de pejerreyes que se diseminan hacia la boca. Al llegar nos anclamos cerca de una costa. La técnica es igual que la antes descripta para la ribera. Hicimos varios lances sin respuestas, por lo que decidimos trolear mientras volvíamos. Vicente tiene muy claro por dónde ir, buscando veriles y permitiéndonos cobrar algunos lenguados más, todos medianos.

Más variedad

Al retornar a la boca, ya había bajado bastante. Leonardo logró pescar algunos más, pero todos de portes menores. Decidimos dar por terminada la jornada. Al volver al embarcadero nos encontramos con Pablo Risso, otro especialista del lugar, que venía de pescar embarcado con muy buenas capturas de corvinas, pescadillas y brótolas. Esto nos confirmó que Mar Chiquita ofrece todas las variantes para el visitante. Embarcado dentro de la albufera: lenguados y lisas; embarcado mar adentro, una amplia viariada, y desde costa también pesca variada. Como para que nadie se vaya con las manos vacías.

Nota publicada en la edición 483 de Weekend, diciembre de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Jorge Araneo

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