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PESCA | 31-07-2012 23:59

Gran Slam de Cayo Largo

Bonefish, permit y tarpon en una sola jornada en las aguas caribeñas de Cuba. Una experiencia inolvidable, de muy buena pesca con portes increíbles.
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Cayo Largo es uno de los destinos de permit más importantes del mundo, pez considerado como uno de los más difíciles (o, simplemente, el más difícil) de los capturables con mosca. Al contrario de Jardines dela Reina, donde permanecemos en barcos flotantes aislados del mundo, aquí se pasa la noche en tierra en resorts all inclusive. A nosotros nos tocó el hotel Sol Cayo Largo, por lo queterminábamos el día tomando mojitos en la pileta o en restaurantes de calidad internacional. Ello lo transforma en un destino ideal para combinar pesca y viaje en familia.

Una cayería paradisíaca

Este pequeño archipiélago es uno de los más bellos de todo el Caribe. Y ser una meca mundial de permits, lo transforma, por default, en una meca de los grand slam. Su riqueza íctica, pero sobre todo su impecable organizaciónpor zonas, dieron lugar a 160 grand slams en solo tres temporadas, cifra única en el mundo. Una vez pescado el permit, la figurita más difícil, en Cayo Largo existe un 75% de posibilidades de completar el grand slam (palometa, tarpon ybonefish en un mismo día). Al clima espectacular que nos tocó, se le sumó Jorge (Giorgio),un guía que nos sorprendió con su buen trato y profesionalismo.

Uno ingresa al lodge, conversa con el personal y comprende que todo, absolutamente todo, gira alrededor del permit. El espíritu y la esenciade este maravilloso pez se respiran en cada frase, en cada foto, en cada rincón, como si fuese un templo.

Lo que sigue son los hechos más relevantes de cuatro días de pesca junto al gran pescador Juan Pablo Gozio. Ambos usamos como equipamientocañas Nº 8 para agua salada, líneas WF-F tropicales, reels cargados con 200 m de backing, líderes de 12 pies (40, 30 y 20 libras en porciones iguales) y la inefable Avalon Permit Fly, esa mosca mágica creada por el talentoso mánager y pescador Mauro Ginevri.

Nuestros días en Cayo

El primer día arrancamos con bonefish fáciles en manchas, para ir depurando tiros, clavadas, técnica de lucha, y lograr esa autoconfianza tan necesaria con Trachinotus falcatus. Sacamos varios bonefishy cruzamos una decena de permits. Juan Pablo, muy afortunado en los relevos, tuvo chances con cinco, y logró tres tiros realmente buenos. En todos los casos fueron a la mosca, lasiguieron y la desecharon. Uno de ellos era una bestia de más de 10 kilos, que verileaba al filo de los mangles con medio lomo afuera, en un flat muy bajo de pasto de tortuga.

Entrados en ritmo, dedicamos el segundo día a buscar permits, en esos interminables flats que enCayo Largo se extienden hasta el horizonte. Aguas bastante estériles, en las que sólo aparece algún tiburón o barracuda, a lo sumo una mancha de bones grandes. Es el reinoinexpugnable de la palometa, y empezaron a aparecer en cantidades muy peligrosas para nuestrascoronarias.

Al mediodía, después de unos 8 o 10 peces vistos, Juan Pablo puso un tiro perfecto a una raya que traía dos permit. Una se adelantó,siguió la Avalon Fly un largo trecho y tomó. Corrida digna de un scooter y 10 minutosdespués subimos un bello ejemplar de unos 3,5 o 4 kilos. Allí modificamos todo porque Juan quería grand slam, por lo que cedí mi tiempo pensando que lo resolveríamos enseguida.

¡Qué iluso! La búsqueda del tarpon se transformó en una peregrinación de rodillassobre vidrio molido. Pasaban las horas, los galones de combustible y los agujeritos mágicos entre los mangles se iban agotando. Juan,cada vez más estresado, perdió un pique de un enorme snook que a la postre le hubiera valido un súper grand slam. A las cinco de la tarde,con el agua a la nariz, salimos a buscar tarpones al bajo.

Para mis adentros pensé “estamos liquidados”, y me eché a dormir una siesta. Pero un Juan impertérrito, haciendo galade una entereza notable, se la jugó hasta que llegó el milagroso pique del baby tarpon, que clavó y subió al bote con la irrespetuosidad de unpejerrey al pecho.

Griterío de viejas histéricas, festejos de penal en un Mundial y partimos con el aceleradora fondo a buscar una mancha. Diez minutos después salió un bonefishmediano y completamos el ansiado grand slam. Juan, feliz de la vida, terminó invitando la ronda de mojitos, y el guía lucía una sonrisa pintada por la jugosa propina extra que significa esta hazaña.

Un pez muy difícil de engañar

Con la oportunidad de un día de pesca casi exclusivo para mí, esa noche no pude pegar un ojo. Temprano, salimos a patrullar los bajos de Zona4, y las palometas hicieron su aparición ennúmeros inquietantes. Así, tras dos o tres chances malogradas, fui afinando la precisión, y aparecierontiros razonablemente buenos. Seguidilla de espantadas, inspecciones y rechazos. Varias siguieron la mosca por largo trecho, pero ningunatomó.

Al mediodía fuimos a unos bajos de vadeo a reducir la ansiedad con unos bones, sacamos varios de 2 a3 libras y aprovechamos a almorzar. De allí fuimos al límite de Zona 5, tal vez lo más hermoso de Cayo Largo, donde los bajos arenososy las planicies de turtle grass se entremezclan con profundos canales de agua azul.

Tras 2 horas sin ver palometas pasó lo peor: aparecieron todas juntas, en singles y desde todas direcciones. Lahisteria, los gritos y la desesperación dieron lugar a tiros estertóricos como escopetazos al oscuro.Tras muchísimos permits en 10 minutos, y ni un solo tiro decente, me hundí en las arenas de la decepción.

Harto, fuimos a un canal profundo donde un barracudón me cortó el tippet de fluorocarbon, un jack crevalle enorme rechazó la mosca y una pandilla de parguitoscriollos me patotearon con violencia. Allí le pedí a Jorge terminar el día pescando bonefish de vadeo. Llegamos a un bajo primoroso,donde en seis tiros clavé seis bones, pero se me desprendieron todossalvo el más pequeño de 35 cm. Parecía una burla. No era mi día…

Palometas sobre las rayas

En la última jornada, primero localizamos sendas manchas de bones, y en vez de tirar a ciegas, las rodeamos para interceptar los grandes que van adelante. El éxitode la técnica fueron tres hermosos ejemplares. A partir del mediodía se sucedió un día antológico, con permits de todas las actitudes, formasy tamaños. Muchos de ellos en parejas o tripletas, comiendo sobre las nubes de arena quedejan las rayas al nadar (fenómeno muy ventajoso para engañarlos).

No menosde 25 ejemplares que mostraron todo su repertorio palometístico, menos llevarse la mosca a la boca.Nos hartamos de tirarles, y aunqueel éxito no nos acompañó, las escenas vividas fueron mágicas. Era el tiempode regresar, de retirarnos de la catedral del permit en Cuba. De valorar la experiencia acumulada yseguir practicando otro año para volver como mejores pescadores.

Nota publicada en la edición 479 de Weekend, agosto de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Diego Flores

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